jueves, 22 de octubre de 2009

Proclamación de la República. El Consulado

El Congreso decide no enviar diputados.
El 30 de septiembre de 1813 se efectuó en el templo de la Merced la inauguración del Congreso, constituido por más de mil diputados. Pedro Juan Caballero fue elegido presidente. Herrera, preparado a librar la batalla, pidió permiso para hablar y presentar al Congreso una extensa memoria sobre la convivencia de que el Paraguay enviara sus representantes a la Asamblea y se incorporara a las Provincias Unidas. Herrera ya no planteaba la renovación del Tratado del día 12 de Octubre, sino la incorporación lisa y llana del Paraguay al sistema de Buenos Aires, y amenazaba, para el caso contrario, con la asfixia económica o la guerra. Su alegato provocó la ira del Congreso. El único diputado que levantó la voz a favor de la unión con Buenos Aires fue expulsado del recinto violentamente. Un sacerdote tuvo que subir al pulpito para aplacar el tumulto. El Congreso hizo decir a Herrera que debía entenderse directamente con el Gobierno; decidió no enviar diputados a la Asamblea de Buenos Aires.

Se proclama la República y se crea el Consulado.
El Congreso deliberó durante varios días. Resuelta la cuestión fundamental que motivara su reunión, se planteó el problema de la organización del Estado. El 10 de Octubre se produjo la crisis política con la renuncia a sus cargos de Francia y Caballero. Se encomendó la redacción de un Reglamento de Gobierno a los renunciantes, quienes lo presentaron el 12 de octubre, y ese mismo día el Congreso lo sancionó por aclamación. En su virtud fueron investido Fulgencio Yegros y José Gaspar de Francia de la calidad de “Cónsules de la República del Paraguay”. De este modo quedaba proclamada la República, la primera en Sudamérica, y se creaba un nuevo sistema de gobierno.
Abandonada, desde tiempo atrás, la farsa de gobernar en nombre de Fernando VII, el Paraguay rompía, esta vez definitivamente, todo lazo de unión con España. Los cónsules tendrían jurisdicción y autoridad iguales, a ejercerse unidamente y en conformidad, pero las tropas y armamentos debían ser distribuidos por mitad. En la presidencia interior debían turnarse cada cuatro meses. Quedaban autorizados para organizar la administración y crear un Tribunal Superior de Apelaciones. Se dispuso “como ley fundamental y disposición general” la reunión anual de un Congreso General que debería celebrarse cada 15 de octubre para tratar los intereses de interés nacional.

El Consulado rehúsa confirmar la alianza con Buenos Aires.
Cumplida su misión, el Congreso de disolvió. Los cónsules asumieron el gobierno correspondiendo el primer turno de la presidencia al doctor Francia. El enviado de Buenos Aires pidió informes oficiales sobre las resoluciones del Congreso en cuanto al envío de diputados, y una audiencia para tratar las resoluciones políticas y mercantiles de ambas partes. Los cónsules informaron a Herrera que “ha sido la voluntad del Congreso supremo de la Provincia no enviar ahora diputados a la Asamblea formada en Buenos Aires”. Herrera fue recibido por los cónsules, y propuso la consolidación de la alianza mediante el envío de auxilios en hombres y recursos, los cónsules prometieron consultar el punto al Cabildo, y basándose en su dictamen negativo contestaron a Herrera en un extenso oficio en que se reproducían las razones porque hasta entonces el Paraguay rehusaba prestar auxilio militar. Paraguay no alegaba la caducidad de la alianza, sino su imposibilidad de presentarse con la dignidad que le correspondía.

Buenos Aires crea nuevos impuestos.
La posición que adoptaba el Consulado frente a Buenos Aires era amistosa. No desconocía la alianza, prometía auxilio para más adelante, y se comprometía a no entenderse entre tanto con los enemigos comunes. Herrera obtuvo del doctor Francia la promesa de “que en todos modos y en cualesquiera circunstancia sostendrá el Paraguay la independencia proclamada, a toda costa, sin entrar jamás y en ningún caso en conciliación ni convenio con los opresores de nuestra libertad”. Pero Herrera no fiaba en la buena fe de Francia. En viaje hacia Buenos Aires informó desde Corrientes a su Gobierno: “Yo creo, no sin fundamento, que las proposiciones de Francia no tiene otro objeto que ganar tiempo y gozar sin pesadumbre las ventajas de la independencia. Apenas llegado Herrera a Buenos Aires comenzó la ejecución de sus amenazas. Nuevos impuestos fueron creados para la yerba y el tabaco del Paraguay. Fracasada en la guerra militar y en la lid diplomática, Buenos Aires recurría nuevamente a la guerra económica para someter al Paraguay.

Adopción de medidas contra los españoles.
Francia era acusado de estar en convivencia con los españoles, que la habían prestado ostensible apoyo, mientras, desde su retiro, hacía oposición a la Junta. Pronto demostró desde el gobierno, que sólo por circunstancias políticas momentáneas había aceptado la adhesión de los europeos. Desaparecido el peligro unionista, los esfuerzos del consulado se dirigieron a perseguir implacablemente al partido españolista. El 5 los españoles no avecindados fueron conminados a presentarse en la plaza mayor, en el término de una hora, su pena de ser pasados por las armas. El 6 de marzo se fulminó a los europeos con la absoluta prohibición de contraer matrimonio con mujeres blancas. No pararon aquí las medidas contra los españoles. En julio se les prohibió hablar de política, bajo penas de expulsión y confiscación de bienes. El partido españolista quedó aplastado.

Neutralidad de las guerras civiles del Plata.
En enero de 1814 Artigas gestionó nuevamente la alianza del Paraguay contra Buenos Aires, cuyo Gobierno le había declarado traidor y puesto precio a su cabeza. El Consulado, informado por el director supremo de Buenos Aires, Posadas, de que Artigas, para dar a sus planes aspectos de seguridad, invocaba la protección del Paraguay, desahució sus pretensiones, así como anteriormente había rehusado la propuesta portuguesa de llevar la guerra al caudillo oriental. El delegado en Misiones, Vicente Antonio Matiauda, en connivencia con Artigas, se adelantó a organizar un ejército para atacar a Corrientes. No obtuvo, sin embargo, la autorización que solicitó de los cónsules, quienes se dirigieron al teniente gobernador de Corrientes para desautorizar las versiones de que Artigas, en sus proyectos, obraba de concierto con el Paraguay.
A pesar de todos los jefes de frontera habían recibido órdenes de no tomar partido, Matiauda, impetuoso inició las hostilidades y fue relevado de su mando. Estaban trazadas las grandes líneas de la política Paraguaya. El Paraguay, si bien no quería ayudar a Buenos Aires en su lucha contra los españoles, estaba resuelto guardarle las espaldas. Nunca haría armas contra ella, sordo a las súplicas de sus enemigos. Se mantendría absolutamente neutral en la guerra civil que se extendía de un extremo a otro del territorio argentino, no tanto por horror a la lucha entre hermanos y por amor a su tranquilidad, cuanto por el temor de poner en peligro su independencia en la vorágine de la anarquía.

Se regulariza la administración.
Durante el Consulado de negocios administrativos marcharon con mayor regularidad. Se creó una Secretaría de Estado; a falta de Tribunal Supremo, se le devolvieron al Cabildo sus atribuciones judiciales; se ordenó la Hacienda y se dio mejor organización al Ejército. El doctor Francia aunque nunca utilizó las tropas que le correspondía y se puso personalmente en frente de ellas, dirigiendo él mismo su instrucción. Pero Yegros, ponderado y generoso, con todos los atributos de un gran señor paraguayo, continuaba siendo el prestigioso caudillo militar de 1811. Su presencia en el Gobierno, aunque se manifestara poco en la dirección administrativa, contrapesaba las tendencias absorbentes de su colega. Pero Francia había trazado su plan. Mandó preparar dos sillas curales para el despacho consular. Una llevaba el nombre de César, otra el de Pompeyo. Francia se apoderó de la primera. Además de los tres turnos de presidencia de que constaba el periodo, hizo que le correspondiera dos.
El 7 de septiembre de 1814 fue convocado el Congreso anual. Francia tomó sus precauciones y Yegros, dócil, consistió medidas que haría a sus propios partidarios. Las tropas que mandaba fueron alejadas con pretexto de perseguir a los mbayaes. El teniente coronel Juan Manuel Gamarra y el Capitan Pedro Juan Caballero fueron confinados a puntos del interior, y dados de baja todos los enemigos militares de Francia. Vicente Ignacio Iturbe se vio obligado a retirarse de la comandancia de Iguamanduyú. Emisarios de Francia trabajaban en la campaña a favor de la formación de una dictadura, al uso de Roma, cada vez que peligraba la libertad de la patria. Su prestigio estaba en auge y se le atribuían todos los éxitos políticos y diplomáticos. Francia se burlaba sin compasión de la falta de conocimientos de Yegros, de quien se decía muy inclinado a escuchar las sugestiones de Buenos Aires. La incidía rápidamente su prestigio, pero el gran jefe seguía teniendo muchos partidarios, sobre todo en la capital.

Bibliografía: Efraím Cardozo - Paraguay Independiente.

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