Primer tratado de límites con Bolivia
Bolivia acababa de perder su litoral sobre el Pacífico después de una corta guerra con Chile, y para suplir esa pérdida y asegurarse una nueva comunicación libre con el exterior sus gobiernos pusieron sus esperanzas en la obtención de un puerto en el río Paraguay; pero esto no era posible sin la cesión del Chaco, o de parte de él, por el Paraguay, al cual un fallo arbitral acababa de reconocer “justo y legal título” a ese territorio. Bolivia alegó derechos sobre el Chaco, como heredera de la Audiencia de Charcas, y aunque nunca había formulado reclamación directa al Paraguay, intentó intervenir en las negociaciones entabladas después de la guerra, siendo desahuciada tanto por los aliados como por el árbitro Mr. Hayes. Después del fallo y puesto el Paraguay en posesión del territorio que había recuperado mediante él, creyó Bolivia llegado el caso de exponer directamente sus aspiraciones. Fue comisionado en Asunción el doctor Antonio Quijarro, quien, sin hacer ninguna exposición de los títulos que Bolivia pretendía aducir, señaló las conveniencias económicas que reportaría al Paraguay la cesión de una parte del litoral y el consiguiente encauzamiento del comercio boliviano hacia el río de la Plata por territorio paraguayo. Poco antes el empresario Francisco Javier Bravo había obtenido del Congreso paraguayo concesiones para establecer en el Chaco colonias y ferrocarriles en conexión con Bolivia, de modo que las proposiciones de Quijarro, amistosamente planteadas, encontraron atmósfera favorable en las esferas oficiales, donde se creyó que ellas aportarían la solución de los angustiosos problemas económicos y fiscales en que se debatía el Paraguay.
El 25 de octubre de 1879 Quijarro firmó con el ministro de Relaciones Exteriores, Doctor José Segundo Decoud, varios tratados, entre ellos uno de límites, por el cual el Paraguay cedió a Bolivia el territorio chaqueño situado al norte del paralelo del río Apa. Más de la mitad del Chaco era transferida a Bolivia en aras de una conveniencia económica problemática. El Congreso se negó a presentar su sanción al tratado Decoud-Quijarro, y aunque la convención boliviana lo hizo, fueron vanos los esfuerzos realizados para hacerle desistir de su actitud.
Presidencia del general Caballero
El 4 de septiembre de 1880 falleció el presidente Bareiro. Debía sucederle el vicepresidente Adolfo Saguier, pero el ministro del Interior, general Bernardino Caballero, se hizo designar por el Congreso presidente provisional, siendo después elegido presidente para el periodo 1882 – 1886. Héroe de la guerra y caudillo de arraigado prestigio, Caballero presidió un gobierno ordenado y pacífico. El nuevo régimen tendía a estabilizarse. Por primera vez tomaron asiento en el Parlamento opositores oficiales como tales, y desde la prensa se hizo la crítica a los actos de gobierno y no como resultado de disidencias gubernativas. Antonio Toboada se señaló como líder de la oposición que comenzaba a agruparse y José de la Cruz Ayala volvió famoso su seudónimo Alón desde las columnas del Heraldo. Durante su gobierno, Caballero realizó algunas reformas y mejoras: organizó las municipalidades; creó el Registro del Estado Civil; fundó la Escuela de Derecho, atrajo inmigración europea; dio curso legal a las monedas de oro y plata de la República Argentina, y fundó un Banco Nacional.
Las tierras públicas son malbaratadas
Los Gobierno del nuevo régimen se desenvolvían con extrema escasez de recursos. Las entradas fiscales eran insuficientes para cubrir el ínfimo propuesto oficial. Se sucedían, incontenibles, las emisiones de billetes convertibles a la par y garantizados por los bienes del Estado sólo nominalmente. El Estado continuaba siendo un rico propietario. Los yerbales, considerados como minas en el régimen anterior, así como todas las zonas rurales seguían en su dominio. Durante el gobierno del general Caballero se procedió a su venta, tanto para hacer frente a las penurias del Fisco como para fomentar la colonización. Pero la venta se efectuó sin orden ni plan. Poblaciones enteras, escapadas de la catástrofe, vieron a sus habitantes, que nunca habían cuidado de legitimar su propiedad, de la noche a la mañana, intrusos en tierras que sus antepasados venían cultivando desde tiempos inmemoriales. Los ricos yerbales del Paraná quedaron en poder de unos cuantos propietarios. El Chaco fue dividido en lotes de monstruosa extensión e ínfimo precio. Hubo asombro cuando se puso que no solo de ellos, comprado por Carlos Casado, tenía más de 2.000 leguas de extensión. El beneficio aportado al Estado no fue considerable; algunos capitales comenzaron la explotación de los yerbales y de los quebrachales, pero la mayoría de las tierras enajenadas quedaron improductivas, dando origen a problemas agrarios que habían de pesar en lo futuro. El Estado paraguayo, disipado el escaso beneficio obtenido, quedó más pobre que nunca.
La deuda de guerra: 300.000.000 de libras
A la desastrosa inversión de los empréstitos de Londres y al malbaratamiento de las tierras públicas, se sumó otro factor que había de temor aún más difícil la restauración del país. Terminado el cálculo de la indemnización debida por el Paraguay de acuerdo con los tratados de paz, se encontró que ascendía, sin los intereses, a más de trescientos millones de libras esterlinas. Excedía en diez veces a los que Francia indemnizó a Alemania en 1870. Los aliados nunca reclamaron el cobro, pero tampoco permitieron prosperar numerosas iniciativas a favor de su condonación, salvo el Uruguay que, por el tratado del 20 de abril de 1883, lo hizo como prueba de amistosa simpatía y en 1885 devolvían también los trofeos de guerra en su poder.
Un nuevo tratado con Bolivia
El 25 de noviembre de 1886 insumió el poder el general Patricio Escobar, otro de los héroes de la guerra que intervenía en la vida pública. Bajo su gobierno Bolivia reanudó sus gestiones. El plenipotenciario Isaac Tamayo obtuvo del canciller Benjamín Aceval la firma de un nuevo tratado el 16 de febrero de 1887. El Chaco quedaba dividido en tres zonas; entre el Pilcomayo y la línea Decoud-Quijarro, limitada en el fondo por el meridiano 63°. Entre dicha línea y el paralelo que pasa una legua al norte del fuerte Olimpo; y entre ese paralelo y la Bahía Negra. La primera se reconocía al Paraguay, la tercera a Bolivia y la intermedia se sometía a arbitraje. El Congreso dejó transcurrir los plazos para la ratificación del Tratado y éste caducó.
Fundación de la Universidad Nacional
El presidente Escobar dio gran impulso a la cultura popular. En 1887 se creó el Congreso Superior de Educación y se dictó la ley de enseñanza obligatoria. En 1889, a iniciativa del senador Juan José Decoud, se fundó la Universidad Nacional. En 1887 se creó el Banco Agrícola. Escobar tuvo que enfrentar la agravación de crisis financiera; fue enajenada la propiedad de ferrocarril a una compañía inglesa, a condición de continuar las obras hasta Villa Rica.
Constitución de los partidos políticos
El hecho más importante, en el orden institucional, ocurrió durante el gobierno del general Escobar, fue constitución de los partidos políticos. La agrupación de la opinión de la opositora, iniciada en el gobierno anterior, tomó fuerza con motivo de las sangrientas elecciones de junio de 1887 en Villa Rica. El 10 de julio, bajo la dirección de Antonio Toboada, José de la Cruz Ayala, Cirilo Solalinde, Esteban Gorostiaga, Cecilio Báez, Adolfo R. Soler, Pedro P. Caballero y otros, los ciudadanos descontentos con la acción gubernativa resolvieron constituirse en una “sociedad política”, bajo la denominación de “Centro Democrático”, enarbolando los principios de la Constitución Nacional, especialmente la libertad de prensa y de palabra, de reunión y electoral. Presidió el primer Comité Antonio Toboada, alma y nervio del movimiento, y su inspirador doctrinario fue Cecilio Báez. Pronto abandonaron su primitiva denominación para llamarse “Partido Liberal”.
Las fuerzas oficiales, por su parte, también se organizaron. El 25 de agosto de 1887, la “Asociación Nacional Republicana”, llamada también “Partido Republicano”, o “Colorado”. El jefe de la agrupación fue el general Bernardino Caballero y su director intelectual José Segundo Decoud, que por su cultura y ponderación era el ministro indispensable de todos los Gobiernos. Ambos partidos tomaron posiciones: uno desde el Gobierno y el Parlamento, y el otro desde la prensa. La lucha giró en torno del cumplimiento de la Constitución y sobre todo de la libertad electoral, que los liberales reclamaron insistentemente y que a veces conquistaron con las armas.
Evacuación Boliviana de Bahía Negra
Con reconocimiento de la soberanía paraguaya se había instalado en Bahía Negra un puerto, cuya finalidad era buscar comunicación con Bolivia. Enterado el Gobierno de que la nueva población, bautizada Presidente Pacheco, reconocía la jurisdicción boliviana, envió la cañonera Pirapó, que arrió la bandera boliviana y apresó a las autoridades el 13 de septiembre de 1888. Bolivia protestó por el hecho, alegando que el puerto estaba en la porción territorial que le fue reconocida y sosteniendo, por primera vez, “su indiscutible derecho de propiedad a todo el territorio del Chaco”. El canciller Juan Crisóstomo Centurión repuso la caducidad de los tratados y se negó a reconocer la pretensión de Bolivia. Centurión defendió la tesis que el Paraguay iba a sostener invariablemente en el curso de su controversia con Bolivia. “Todo litigio o diferendo – decía – presupone necesariamente una demanda o una reivindicación. Bolivia no ha presentado ni podía presentar una reivindicación sobre el río Paraguay, de suerte que lo que llama cuestión territorial no puede referirse sino a la parte extrema y a los confines del Chaco, donde la frontera de los Estados se confunde”. Para el Paraguay, su litigio con Bolivia era de simple cuestión de límites en el Chaco, que consideraba como unidad geográfica enteramente nacional. Para Bolivia, la cuestión era de discusión sobre el mejor derecho a todo ese territorio.
Se firma otro tratado con Bolivia
El 25 de noviembre de 1890 reemplazó a Escobar el presidente Juan C. González, bajo cuyo gobierno se aguzó el problema político por las demasías de los agentes gubernamentales en los actos electorales. El Partido Liberal creyó llegado el momento de apelar a la revolución, y el 18 de octubre de 1891, dirigido por el mayor Eduardo Vera, que cayó en la acción, asaltó los cuarteles de Asunción. El movimiento fue sofocado por el general Juan B. Eguzquiza, quien se convirtió en árbitro de la situación a expensas del prestigio del general Caballero. Pese al apoyo que le prestaba éste, el presidente González fue depuesto el 9 de junio de 1892 por un movimiento encabezado por el general Eguzquiza. Se hizo cargo del poder el vicepresidente Marcos Morínigo, quien completó elperiodo. Durante su administración prosiguieron las negociaciones con Bolivia, que envió primer al estadista Mariano Baptista y llegó a Telmo Ichazo. No insistiendo con las reclamaciones sobre Puerto Pacheco, Bolivia procuró, una vez más, obtener amigablemente el puerto que anhelaba en el río Paraguay. El 23 de noviembre de 1894 se firmó un nuevo tratado de límites, el Beítez-Ichazo. El Chaco quedó dividida por una diagonal que, saliendo a tres leguas al norte de fuerte Olimpo, en el río Paraguay, encontraba el Pilcomayo a los 61° 28´ al oeste de Greenwich. La conciencia púbica seguía adversa a toda concesión. Después de las enormes pérdidas territoriales sufridas en la reciente guerra, no se quería retacear aún más lo que restaba del patriotismo nacional. El tratado ni siquiera fue sometido al Parlamento.
Florecimiento intelectual a fines del siglo
El general Eguzquiza asumió el poder el 25 de noviembre de 1894. Procuró atemporar la lucha política mediante un acuerdo con los liberales que les asegura acceso al Parlamento. Los liberales se dividieron, con tal motivo, en dos sectores: los que aceptaron la conciliación y se llamaron “cívicos” y los radicales, que persistían en mantener la intransigencia hostil. Con todo, se aseguró la presencia de la oposición en el Parlamento y el país presenció grades y resonantes debates. Hubo también un florecimiento intelectual. En 1896 se fundó el Instituto Paraguayo, que pronto se convirtió en la tribuna brillante de la cultura nacional. Blas Garay, Manuel Domínguez, Cecilio Báez, Fulgencio Moreno, Manuel Gondra hacían incursiones en las disciplinas científicas y literarias, con preferencia en los estudios históricos. Ese mismo año se creó la Escuela Normal. Eguzquiza terminó pacíficamente su periodo; le sucedió Emilio Aceval, que prosiguió la política de conciliación. En 1898 se dictó la ley del Matrimonio civil y en 1899 se creó el Consejo Nacional de Educación. El censo mostró que el Paraguay tenía cuatro millones de cabezas de ganado vacuno y caballar. Nacieron las primeras industrias ganaderas y el país comenzó a exportar a Europa. Las estadísticas proporcionaron otra revelación; en 1900 el Paraguay tenía una población de 635-571 almas. En menos de treinta años se había quintuplicado. Pero la anarquía política continuaba imperando. Los arbitrios violentos seguían gozando de las preferencias de los políticos. Caballero, disgustado por la solución que el presidente Aceval pensaba dar a la cuestión presidencial, le depuso el 9 de enero de 1902. Fue reemplazado por el vicepresidente Héctor Carvallo, quien completó el periodo presidencial.
La Revolución de 1904
El coronel Juan Antonio Azcurra asumió constitucionalmente el poder el 25 de noviembre de 1902. Su gobierno abordó la solución de algunos problemas. Fueron adquiridos barcos para la marina mercante nacional y en 1903 se dictó la ley de Colonización y Hogar, con la cual se buscaba corregir los desastrosos efectos de la venta de tierras públicas. El canciller Antolín Irala, el 29 de abril de 1904, puso a salvo los derechos del Paraguay al norte de la Bahía Negra, que Brasil acababa de ceder a Bolivia por el tratado de Petrópolis. Pese a su nueva tendencia reformista, el régimen colorado, gastados por tantos años de gobierno, se debatía en el vacío. La vieja guardia, encabezada por Decoud, fue desplazada, y Ezcurra apeló a los elementos jóvenes del coloradismo, que se hallaban debilitados por la profunda división entre “caballeristas” y “eguzquizistas”; en el país había evidentes signos de descomposición.
Las dos fracciones del partido liberal se reunieron bajo la dirección del general Benigno Ferreira e iniciaron, en agosto de 1904, una revolución campal para apoderarse del poder. Los revolucionarios establecieron un cuartel general en Villa del Pilar y el movimiento se extendió rápidamente por todo el país. Tuvieron efecto algunos encuentros, hasta que el 12 de diciembre de 1904, con la mediación del representante de la Argentina y el Brasil, se afectó el pacto del Pilcomayo, en virtud del cual Juan Bautista Gaona asumió el 19 la Presidencia de la República y el Partido Liberal se hizo cargo de la dirección política del país. Gaona creó la Escuela Militar, con objeto de nacionalizar el Ejército, hasta entonces el servicio de la política, y promulgó la Ley del Servicio personal obligatorio. Pronto renacieron las divergencias intestinas dentro del liberalismo. El 9 de diciembre de 1905 los “cívicos” depusieron a Gaona y exaltaron a la presidencia a Cirilo Báez. La escisión liberal fue soldada a duras penas; el 25 de diciembre de 1906 asumió el poder, con el voto de las dos fracciones, el general Benigno Ferreira. Bajo su administración se emprendieron reformas administrativas y obras de aliento, pero no pudo evitar que el grupo “radical” tomara una posición netamente opositora, a inspiración de su jefe virtual Manuel Gondra, figura intelectual de alto vuelo, político de geran prestigio popular.
“Statu quo” con Bolivia
Desengañada de sus tentativas diplomática para obtener una salida sobre el río Paraguay, Bolivia inició una nueva política consistente en la paulatina ocupación de los territorios que pretendía. La fundación de los fuertes Guachalla y Ballivián motivó la protesta que el 20 de febrero de 1906 formuló el ministro paraguayo en la Paz, doctor Pedro Peña. Paraguay, por su parte, intensificó la ocupación civil, a que se prestó el nacimiento de la industria quebrachera. La situación que se estaba creando preocupó al Gobierno argentino, con cuya mediación se firmó en Buenos Aires, el 12 de enero de 1907, un protocolo entre el ministro de Hacienda Adolfo R. Soler y el plenipotenciario boliviano doctor Claudio Pinilla. Ambos países se comprometieron a negociar un tratado por el cual se sometería al arbitraje de la Argentina la zona comprendida entre el paralelo 20° 30´ y las líneas que alegara el Paraguay hacia el Norte, y entre los meridianos 61° 30´ y 62° al oeste de Greenwich.
Mientras se reglamentara el acuerdo, los dos países no debían innovar ni avanzar las posesiones existentes, quedando la observación del statu quo bajo la garantía del Gobierno argentino. Las negociaciones que se entablaron en Asunción entre los plenipotenciarios Manuel Domínguez y Emeterio Cano no llevaron a ningún resultado. La opinión pública reaccionó contra el protocolo Soler-Pinilla, a influjo de la prédica de los radicales, que sostenían la intangibilidad del litoral. Finalmente el presidente de la Argentina, Figueroa Alcorta, después de un incidente argentinoboliviano, desistió de ser el árbitro, con lo que el protocolo Soler-Pinilla quedó prácticamente sin efecto.
Anarquía durante el centenario de la Independencia
La tensión política tuvo el 2 de julio de 1908 violenta explosión. Encabezada por el coronel Albino Jara, el ala radical sublevó algunas unidades, y después de sangrienta lucha obtuvo la deposición del general Ferreira. Asumió el poder el vicepresidente Emiliano González Navero y el Congreso fue disuelto. El 25 de noviembre de 1910 se hizo cargo de la presidencia el jefe del radicalismo Manuel Gondra, pero el Partido Liberal volvió a sufrir una nueva escisión. El ministro de Guerra, coronel Albino Jara, depuso a Gondra el 17 de enero de 1911 y se proclamó presidente. El ex ministro del Interior, Adolfo Riquelme, dirigió un levantamiento revolucionario, pero Jara lo venció y ordenó su fusilamiento. El 14 de mayo de 1911, primer centenario de la Independencia nacional, sorprendió al Paraguay en la más aguda de las anarquías que registra su historia.
Los excesos de Jara provocaron el levantamiento de sus propios compañeros, que le derrocaron el 5 de julio y llevaron a la presidencia a Liberato Rojas. Los liberales radicales, entre tanto, organizaban una nueva revolución campal, que estalló en noviembre. Rojas se entendió, para hacerla frente, con los cívicos y colorados; pero éstos, sacando provecho de la situación, le depusieron el 28 de febrero de 1912, designando presidente a Pedro Peña. Esta presidencia fue efímera. La revolución radical triunfó el 22 de marzo y proclamó presidente provisional a Emiliano González Navero. Los radicales tuvieron que hacer frente a una contrarrevolución encabezada por Jara y apoyada por los cívicos. En las inmediaciones de Paraguarí se entabló el 11 de mayo un combate en que pereció Jara. Con su muerte terminó este periodo azaroso de la vida paraguaya. En cuatro años se habían sucedido siete presidentes y estallaron cuatro sangrientas revoluciones campales.
Se prorroga el “Statu quo” con Bolivia
El 15 de agosto de 1912 iniciaba un nuevo periodo presidencial Eduardo Schaerer, uno de los jefes civile de la revolución liberal triunfante. El país pudo salir de la postración económica gracias al auge de la industria ganadera ocasionado por la Guerra Europea. El ferrocarril llegó a Encarnación y se inauguró la comunicación directa terrestre con Buenos Aires. Se fundó el Departamento de Fomento; se firmó entre el canciller Eusebio Ayala y el plenipotenciario Ricardo Mujían un protocolo por el cual se declaró caducada en de 1907, con el mantenimiento del statu quo pactado ese año, declarando ambas partes no haber modificado sus respectivas posiciones desde aquella fecha, y se estableció un plazo de dos años para el arreglo definitivo de la cuestión.
El protocolo Ayala-Mujía fue prorrogado sucesivamente el 19 de julio de 1915, el 21 de noviembre de 1916 y el 15 de junio de 1917. Prosiguieron con las negociaciones en La Paz, a cargo del plenipotenciario Fulgencio R. Moreno, hasta que el 17 de junio de 1918 el protocolo fue prorrogado sine die. Mientras tanto proseguía vigorosamente la industrialización de las riquezas forestales del Chaco. Numerosas líneas férreas se adentraron hacia el interior desde el litoral, y en todas las grandes fábricas de tanino se formaron florecientes ciudades.
Establecimiento del voto secreto
La paz interna fue momentáneamente alterada por un movimiento revolucionario sofocado en Asunción el 1° de enero de 1915. El 15 de agosto de 1916 Schaerer entregó el mando a su sucesor Manuel Franco. Era el primer presidente civil de la nueva era que completaba pacíficamente su periodo. El gobierno de Franco fue de restauración administrativa y de pacificación política. Dentro del Partido Liberal peligraba nuevamente la unidad por el descontento que en algunos sectores que producía la hegemonía de Schaerer, y el Partido Colorado, reorganizado bajo la jefatura de Antonín Irala, se aprestaba a intervenir en la vida cívica abandonando el camino de las conspiraciones. Franco proporcionó al coloradismo la oportunidad de volver al Parlamento sin necesidad de pactos, y aseguró definitivamente la libertad electoral. En 1918 se creó el Registro Cívico Permanente y se estableció el voto secreto. Se dictó la ley del homestead para proteger a los pequeños propietarios contra las tendencias absorbentes del latifundismo. Franco falleció repentinamente el 5 de junio de 1919, correspondiéndole terminar el periodo al vicepresidente doctor José P. Moreno, quien, el 15 de agosto de 1920, entregó la Presidencia a Manuel Gondra, por segunda vez votado para el cargo. Bajo su gobierno, por la ley del 26 de julio de 1921, se concedieron privilegios especiales a la secta de menonitas para poblar el Chaco, lo cual motivó la reclamación boliviana.
Se desata una larga guarra civil
Las disensiones internas del liberalismo desataron nuevamente la anarquía en el país. Una intensa campaña contra el predominio de Schaerer agitó a la República. El 29 de octubre de 1921 el presidente Gondra renunció por no aceptar la modificación del Gabinete que le exigió Eduardo Schaerer, apoyado por las fuerzas policiales. El vicepresidente Félix Paiva hizo lo propio, después de haber intentado vanamente constituir un Gabinete. Ambos sectores liberales se pusieron momentáneamente de acuerdo para llevar a la Presidencia a Eusebio Ayala por el voto del Congreso, quien constituyó su Gabinete con personas ajenas al golpe del 29 de octubre y luego realizó una política contraria de los intereses de Schaerer. El Partido Radical quedó oficialmente dividido en dos: los cívicos se plegaron a los “gondristas” a los “schaeristas”. Contando “schaeristas” y colorados con mayoría en el Parlamento, votaron en mayo de 1922 una ley para llamar a elecciones presidenciales, a la cual puso el veto el presidente Ayala alegando que el país no estaba en condiciones electorales.
El veto motivó el levantamiento de las guarniciones del interior, al mando del coronel Adolfo Chirife y con la dirección civil de Schaerer. Se inició una larga guerra civil, durante el cual el presidente Eusebio Ayala renunció al cargo, siendo reemplazado por el doctor Eligio Ayala. El coronel Chirife murió de enfermedad, asumiendo la jefatura militar del movimiento el coronel Pedro Mendoza, quien el 9 de julio de 1923 atacó nuevamente la capital, pero no pudo vencer la resistencia gubernamental y dio por terminada la Revolución. Fracasada ésta, el presidente Ayala disolvió el Congreso, que había dejado de funcionar, y convocó elecciones, a las cuales ya no acudieron los colorados. Proclamado candidato a la Presidencia, Eligio Ayala fue reemplazado en el mando por el doctor Luis R. Riart, en cuyo breve gobierno se dictó la ley de Emergencia, que estabilizó por primera vez el cambio. El 15 de agosto de 1924 Riart entregaba nuevamente las insignias del mando a Eligio Ayala.
La cuestión de límites con Argentina
Mientras el país se debatía en anarquía, se suscitó una nueva cuestión internacional. El brazo principal del Pilcomayo era el límite señalado entre el Paraguay y Argentina. A los fines de señalar sobre el terreno cuál era el brazo principal, por protocolo del 11 de septiembre de 1905, confirmado en 1907, se constituyó una Comisión técnica, que en 1909 informó que el brazo sur era el más importante. A la vista de este informe debía establecerse definitivamente la frontera, pero transcurrió el tiempo sin que se llegara a un acuerdo. El Paraguay insistió varias veces en que se aceptara o rechazara el informe de 1909. El canciller argentino Honorio Pueyrredón sostuvo entonces que los protocolos de 1905 y 1907 plantearon equivocadamente como una cuestión geográfica actual lo que sólo consistía en saber cuál era el brazo que se consideraba principal en la época del tratado de 1876, y que no había por qué considerar el informe de 1909 habiendo caducado aquellos protocolos. El Gobierno comisionó a Buenos Aires a don Manuel Gondra, quien, previsto de plenos poderes, invitó a la Cancillería argentina a estudiar el problema de la exposición de Pueyrredón y presentó una memoria con objeto de refutar aquélla. La memoria de Gondra no fue contestada y la solución de las diferencias quedó postergada.
Eligio Ayala restaura las finanzas
El país no salió muy maltrecho de la guerra civil gracias al auge de la producción algodonera, que trajo un bienestar general y que permitió a Eligio Ayala restaurar la finanzas. La ley de Emergencia de 1923 puso fin a la danza del cambio, que se estabilizó, aunque en proporción muy alta con respecto del peso oro argentino (4.261 porciento). El orden se impuso en la Administración y sobre todo en la percepción de las rentas. En 1926 el presidente anunció al Parlamento suceso insólito en la historia financiera del país: el resultado definitivo del balance arrojaba un superávit considerable que enjugaba todos los déficits anteriores. Las exportaciones dieron un salto extraordinario. Los frigoríficos reanudaron sus actividades y surgieron nuevas industrias. Se completaron las organizaciones gremiales y surgió, aunque con modestas fuerzas, el partido comunista. Se dictó una nueva Ley de Colonización, con miras a resolver el problema agrario. Las inquietudes políticas se calmaron, y con una Ley de Representación provisional volvió al Parlamento el partido colorado. Se dio gran impulso a la enseñanza primaria. Por ley del año 1925 se introdujeron importantes reformas en el régimen escolar, elaboradas por el profesor Ramón I. Cardozo. El Paraguay llegó a ocupar, según las estadísticas, el tercer lugar entre los países americanos en cuanto a concurrencia escolar.
Con motivo del primer centenario del nacimiento del mariscal López culminó el intenso movimiento de reivindicación del caído de Cerro Corá. La Cámara de Diputado derogó la ley que lo declaraba traidor, y la agitación que se produjo en el país hizo olvidar por un momento las preocupaciones políticas. Pero agitación dio paso bien pronto a otro mucho más grave: en las selvas inextricables del Chaco se incubaba un nuevo drama, que no tardaría en desarrollarse.
Bolivia funda fortines en el Chaco
Durante la guerra civil en Paraguay abandonó por completo la vigilancia militar del Chaco, confiado en que el status quo de 1907 bastaría para reguardar su posesiones. Bolivia eligió ese momento para reanudar la política de ocupación de los territorios desiertos, mediante fortines a lo largo del Pilcomayo. El primer aviso que tuvo el Gobierno paraguayo fue la publicación de un mapa boliviano en que estaban señalados los fortines. Las explicaciones pedidas al Gobierno boliviano no obtuvieron respuesta. La penetración boliviana colocaba a una controversia en un nuevo terreno lleno de riesgos.
Ambos países, que apenas conocían, se encontraban al bode de un conflicto de proyecciones. Lo paradójico de la situación fue señalado por Eligio Ayala en su mensaje al Parlamento. El Paraguay, que apenas estaba restañado de las anchas heridas de la gran guerra, y que bajo el gobierno austero y capaz de Eligio Ayala parecía entrar en una nueva era de paz y de progreso, se veía de repente ante un problema de insospechada magnitud que le sorprendía inerme y casi indefenso.
El primer incidente en el Chaco
Comprobado el avance boliviano, el Paraguay, a su vez, completó la ocupación militar en el Chaco. Comenzó en la selva una carrera de fortines, de la cual, tarde o temprano, debía resultar un choque. El primer incidente sangriento ocurrió en el fortín sorpresa, sobre el río Confuso. En febrero de 1927 fueron hechos prisioneros el teniente paraguayo Adolfo Rojas y varios soldados, y poco después el Gobierno boliviano anunciaba que aquél, al intentar evadirse, había sido muerto. Hubo un cambio de nota entre ambas Cancillerías. Grandes manifestaciones en La Paz y en Asunción pidieron la guerra. Paraguay intensificó sus preparativos y adquirió dos cañones para su defensa del río. Menudearon las interpelaciones en el Parlamento.
El Gobierno fue acusado de lenidad en el terreno diplomático y de descuidar la defensa nacional frente a los propósitos agresivos de Bolivia. Se fundó la Liga Nacional Independiente, que enarboló la cuestión del Chaco como bandera política de oposición. La unidad del coloradismo comenzó, pues un sector importante proclamó la abstención. También en el Partido Liberal aparecían signos de descomposición. El 21 de mayo de 1927 se firmó con el Brasil el convenio Ibarra-Mangabeira, complementario de límites; con tal motivo el sector liberal encabezado por Modesto Guggiari inició la oposicióna la política internacional del Gobierno. La cuestión del Chaco pasó a ocupar el primer plano de las preocupaciones públicas. La oposición, condensando el estado de la opinión pública contraria a toda concesión, se irguió vigilante para impedir cualquiera debilidad en el terreno diplomático. Pero el Gobierno no se proponía ceder un ápice y comenzó a aplicar los superávits del presupuesto a la adquisición de armamento al propio tiempo que contrataba una misión militar en Francia.
Protocolo Díaz León-Gutiérrez
Desde 1924 estaba pendiente una oferta de buenos oficios del Gobierno argentino, que fue reiterada al reagravarse la situación en el Chaco, y en su virtud, el 22 de abril de 1927 se firmaba en Buenos Aries el protocolo Díaz León-Gutiérrez, por el cual los dos países convenían en designar sus diferencia en cuanto al Chaco. Decía el artículo 3° que las alegaciones para la determinación de la línea fronteriza, además de los títulos o antecedentes del respectivo derecho podría incluir “términos de transacción o de equivalencias territoriales”. Antes de ratificarlo, el Gobierno paraguayo solicitó de Bolivia la aclaración de que él no afectaba los acuerdos anteriores, aludiendo al status quo en el Chaco. Bolivia dio satisfactoriamente las aclaraciones solicitadas y el protocolo quedó ratificado.
La conferencia de Buenos Aires
De acuerdo con el protocolo Díaz León-Gutiérrez, el día 27 de septiembre del año 1927 fueron inauguradas las conferencias de Buenos Aires. El Gobierno argentino designó observador al doctor Isidro Ruiz Moreno. La Delegación paraguaya estaba presidida por Eusebio Ayala y la boliviana por José María Escalier. En el primer periodo de las deliberaciones versaron sobre la interpretación del status quo pactado en el año 1907. El Paraguay sostuvo que el compromiso de uno innovación se refería a la zona de arbitraje trazada en el protocolo Soler-Pinilla. Bolivia, en cambio, alegó que el status quo era simplemente de posesiones sin relación alguna con las líneas fijadas para el arbitraje.
La divergencia era insalvable y para salir de aquel callejón el Gobierno argentino propuso: 1°., que el Paraguay “acepte ir derechamente al arbitraje en la cuestión fundamental”; 2°, que ambos países procedan a la desmilitarización de sus fortines; 3°, que se declare que los avances habían creado una situación de hecho que no daban ningún derecho a alegar ante el árbitro. Aceptada en principio la propuesta, la Conferencia pasó el 27 de diciembre en un cuarto intermedio, reanudando sus tareas el 7 de mayo de 1928. Discutidas las proposiciones argentinas, tampoco hubo acuerdo ni sobre las modalidades del arbitraje ni sobre las condiciones en que habrían de efectuarse la desmilitarización.
Bolivia aceptó la reducción de efectivos, pero no el abandono de los fortines que por uno y otro país hubieran sido fundados después de 1907, como propuso la delegación paraguaya, que en ese último periodo estuvo presidida por Jerónimo Zubizarreta. El 12 de julio se aceleró la sesión final, en el que se descubrió un acto en que se hicieron costar los motivos del disentimiento para llegar a un acuerdo; ambas Delegaciones declararon “que el litigio en que se hallan comprometidos sus respectivos países no será resuelto sino por medios pacíficos, salvo el caso de legítima defensa”.
El incidente del fortín Vanguardia
En medio de la tensa atmósfera producida por el fracaso de la Conferencia de Buenos Aires, el 15 de agosto de 1928 se hizo cargo de la presidencia el doctor José P. Guggiari. A los pocos días de asumir el mando, cerca del fortín Galpón fueron apresadas por fuerzas paraguayas varios militares bolivianos de alta graduación. El hecho motivó un cambio de notas y fue preludio de un incidente mucho más grave ocurrido en la misma zona. El 5 de diciembre, fuerzas paraguayas al mando del mayor Rafael Franco atacaron el fortín boliviano Vanguardia, el cual incendiaron, llevándose prisionero a los sobrevivientes.
El 8 de diciembre el hecho fue comunicado por el ministro de Relaciones Exteriores Jerónimo Zubizarreta al ministro boliviano, cargando la responsabilidad del mismo a quienes lo provocando penetrando sistemáticamente en fuerzas armadas en territorio poseído por el Paraguay. Al mismo tiempo se le comunicó que el Paraguay solicitaba la convocatoria de la Comisión investigadora prevista por la Convención Gondra subscrita el 30 de enero de 1923 en Santiago de Chile.
Ruptura de relaciones
El mismo día en que el Gobierno paraguayo envió esta comunicación, el de Bolivia entregaba sus pasaportes al encargado de negocios del Paraguay, coronel Elías Ayala, y le daba un plazo de dos horas para abandonar el país. El Paraguay, a su vez, devolvió sus pasaportes al representante boliviano, quedando así todas las relaciones. Reunida en Montevideo la Comisión del Tratado Gondra, ante la cual fue designado representante paraguayo Eusebio Ayala, e invitado el Gobierno boliviano a hacer lo mismo, repuso que ese tratado no había sido perfeccionado y que el incidente quedaba fuera de sus previsiones. En Washington estaba por inaugurarse una Conferencia Panamericana de Conciliación y Arbitraje, ante la cual era delegado del Paraguay el ex presidente Eligio Ayala. Apenas abierta, su primera determinación fue formular votos por el arreglo pacífico del incidente.
El Gobierno de La Paz replicó que sólo después de la satisfacción que Bolivia esperaba del Paraguay “dentro de las estrictas normas del Derecho internacional” estaría dispuesto a escuchar sugestiones conciliadoras. Al día siguiente, fuerzas bolivianas ocuparon el fortín Boquerón, después de sangrienta refriega. El 15 de diciembre, el presidente Guggiari decretó la movilización general. Ese mismo día la Conferencia de Washington ofreció sus buenos oficios a las partes, que el Paraguay se apresuró a aceptar.
Antes de dar respuesta a la oferta de buenos oficios de la Conferencia de Washington, Bolivia consultó con los países limítrofes acerca de la actitud que debía asumir. La respuesta del canciller chileno, Conrado Ríos Gallardo, del 16 de diciembre, constó de los siguientes puntos: 1°, Chile deplora profundamente que la consulta no hubiera sido formulada antes de los últimos ataques de las fuerzas bolivianas a fortines paraguayos; 2°, estima que las naciones americanas están en el deber de perturbar la paz continental, y por consiguiente Bolivia debe buscar medio pacíficos para poner término a la grave situación; 3°, mira con vivo sentimiento la actitud de Bolivia hacia la guerra, y le sugiere la suspensión de toda clase de operaciones militares; 4°, invita amistosamente a Bolivia a meditar sobre las desastrosas consecuencias de una guerra. Dos días después Bolivia aceptó los buenos oficios de la Conferencia de Washington.
La Conferencia de Washington
Aceptados sus buenos oficios, la Conferencia de Washington logró que el 3 de enero de 1929 los representantes del Paraguay y Bolivia, Juan Vicente Ramírez y Eduardo Díez de Medina, firmaran un protocolo por el cual se creaba una Comisión de Investigación y Conciliación, integrada por delegados de las partes y de Estados Unidos, Colombia, México, Uruguay y Cuba, para determinar, dentro del plazo de seis meses, “cuál de las partes introdujo innovación en el estado de relaciones pacíficas de ambos países”. La Comisión debía forzarse por arreglar amistosamente el incidente, y sólo en caso de no lograrlo debía dar a conocer el resultado de sus investigaciones; ambos países se comprometían a suspender toda hostilidad, volviendo a reiterar su propósito de quela controversia se solucionara por medios jurídicos. Ratificado el protocolo, el Paraguay designó delegados a Enrique Bordenave y Francisco C. Chaves.
El 13 de marzo de 1929 inició sus tareas la Comisión de Investigación y Conciliación, con asiento a Washington, bajo la presidencia del general Frank Ross McCony. Después de investigar suficientemente los sucesos del Chaco, la Comisión pidió ser autorizada para proponer planes de arreglo de un Proyecto de Convención para someter a un Tribunal de arbitraje la contienda del Chaco, excluyéndose de la competencia del Tribunal del territorio laudado por el presidente Hayes a favor del Paraguay y estableciéndose que, cualquiera que fuese la decisión arbitral, sería adjudicado a Bolivia el puerto de Bahía Negra. Tanto el Paraguay como Bolivia rechazaron esta fórmula de arreglo.
La Comisión dio término a sus tareas después de firmado un protocolo en que se consiguieron los siguientes acuerdos entre el Paraguay y Bolivia: 1°, mutuo olvido de las ofensas y perjuicios causados por cada una de las partes a la otra; 2°, restablecimiento del estado de cosas en el Chaco sobre el mismo pie en que se hallaban antes del 5 de diciembre de 1928, y 3°, restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Antes de clausurar sus deliberaciones, los Gobiernos representados en la Comisión resolvieron ofrecer sus buenos oficios para buscar una solución definitiva al pleito de fondo.
Mejora la situación económica
Los resultados logrados en Washington produjeron malestar político. El Gobierno tuvo que apelar al estado de sitio para afrontar la situación. La escisión del liberalismo se agravó con motivo de la discusión parlamentaria del Tratado Ibarra-Mangabeira, que al final fue sancionado el 21 de octubre de 1929, con la oposición del senador Modesto Guggiari y algunos parlamentarios, quienes fueron expulsados del Partido. La campaña política adquirió virulencia extraordinaria. Crecieron las agitaciones obreras, se multiplicaron las huelgas y se intensificó la propaganda comunista, duramente reprimida por el Gobierno. Con todo, la situación económica y fiscal era óptima y las finanzas continuaban bien regidas por Eligio Ayala. En ese año se concedió la autonomía a la Universidad, que contaba con 600 alumnos. En 1929 funcionaron 810 escuelas, con 2452 maestros y 108.222 alumnos.
Nueva ruptura de relaciones con Bolivia
Para el cumplimiento de las resoluciones de Washington tuvieron que salvarse algunas dificultades, y al fin se convino en fijar fecha para la reanudación de las relaciones. El 23 de julio de 1930 tuvo efecto de devolución de los fortines Vanguardia y Boquerón a Bolivia y Paraguay respectivamente, y poco después se restablecieron las relaciones. La situación política en el Paraguay tendía a empeorarse, siempre al influjo de la cuestión del Chaco. La oposición no cesaba de acusar al Gobierno de mantener indefenso al país. El mayor Rafael Franco, promotor del ataque a Vanguardia, concentraba sobre sí las esperanzas de las fuerzas adversas del Gobierno y en marzo de 1931 estuvo a punto de provocar un levantamiento militar. Evitado el movimiento, más tarde el Gobierno le separó del Ejército por sus actividades subversivas.
Mientras tanto menudeaban los incidentes en el Chaco, donde el teniente coronel José Félix Estigarribia, a quien en mayo se le confió el mando de las fuerzas, dio gran impulso a la organización defensiva, y un conflicto diplomático, aparentemente insignificante, llevó rápidamente a una nueva ruptura de relaciones entre los países. La llegada de las dos cañoneras Paraguay y Humaitá, que el Paraguay hizo construir en astilleros en Italia, provocó declaraciones de la Legislación de Bolivia en Washington, que a su vez suscitaron comentarios irónicos del encargado de negocios del Paraguay Pablo M. Insfrán. La Legación boliviana en Asunción manifestó al Gobierno que reputando el de La Paz inamistosos los términos en que se había expresado Insfrán, esperaba que el Gobierno paraguayo los desautorizase, pues de lo contrario el Gobierno boliviano se vería en la necesidad de suspender sus relaciones diplomáticas. El 23 el canciller Zubizarreta se negó a dar semejante paso. “El Gobierno paraguayo – contestó – admite de buen grado ser influido por la razón, pero no cederá ante la amenaza”. El 2 de julio de 1931 se hizo efectiva la nueva ruptura de relaciones.
Bolivia propugna un pacto de no agresión
La nueva ruptura condicionó un peligroso recrudecimiento de fricciones en el Chaco. Argentina procuró, aunque sin éxito, el restablecimiento de las relaciones. Mientras tanto reanudaba sus actividades la Comisión de Neutrales creada para solucionar los incidentes de 1928. El 20 de abril el Paraguay había recordado a los cinco países presentados en esa Comisión que estaba pendiente el ofrecimiento de sus buenos oficios para la solución de la controversia de límites, y que el Paraguay los había aceptado. A consecuencia de esta nota los cinco países neutrales de la Comisión de Washington ratificaron la oferta de sus buenos oficios. Casi simultáneamente, la Argentina propuso el mantenimiento del statu quo de las posicione en el Chaco con intervención de una policía internacional, pero esta sugestión no encontró acogida en las dos partes. Bolivia, a la reiteración de los buenos oficios por la Comisión de Washington, contestó que estaba dispuesta a estudiar inmediatamente un pacto de “no agresión” es el Chaco. Paraguay aceptó la propuesta y se convino en inaugurar en noviembre, en Washington, las negociaciones respectivas.
Crece el malestar político
Al compás de las diligencias diplomáticas aumentaba la inquietud política en el Paraguay. La oposición seguía acusando incansablemente al Gobierno de no percatarse de la gravedad de la situación, manteniendo al país prácticamente en el mismo estado de indefensión que antes que agravarse las relaciones con Bolivia. En la imposibilidad de recurrir al crédito externo, el Gobierno debía limitar las adquisiciones a lo que permitía el presupuesto ordinario, y ellas, con todo, bastaron para poner al Ejército en condiciones de hacer frente a cualquier emergencia. La oposición no lo admitía y además culpaba al Gobierno de confiar excesivamente en las gestiones diplomáticas, objetado la acepción de las nuevas negociaciones para un pacto de no agresión propugnado por el Gobierno de Bolivia, cuyo presidente, Daniel Salamanca, que recientemente se había hecho cargo del poder, era conocido por sus ideas extremistas respecto a la cuestión del Chaco: en la oposición, Salamanca había sido el caudillo de la guerra, que consideraba indispensable para la salud mental de Bolivia.
Nuevos incidentes en el Chaco acrecentaron la efervescencia popular. El 6 de septiembre de 1931 se comprobó que los bolivianos se habían apoderado de Samaklay, cerca de Nanawa, instalando allí un fortín. El 24 de ese mes, contingentes paraguayos enviados para rescatar la posición chocaron con las fuerzas bolivianas y tuvieron ocho bajas. El fortín quedó en poder de los bolivianos. Conocido el hecho en Asunción, a los oponentes políticos se agregaron los estudiantes, que recorrieron tumultuosamente las calles de Asunción pidiendo la recuperación de Samaklay. La agitación fue creciendo día a día. El 23 de octubre se produjo un sangriento incidente frente al Palacio Nacional, quedado en los jardines varios muertos y heridos. El trágico suceso conmovió profundamente a la ciudad. En la Universidad Nacional se constituyó un Comité, integrado por estudiantes y políticos de la oposición, que proclamó la Revolución. El Ejército decidió apoyar al Gobierno y sofocar la subversión, después de saber que el presidente Guggiari delegaba el mando en el vicepresidente Emilio González Navero y se dirigía al Congreso solicitando su propio juicio político. El mayor Rafael Franco intentó provocar un levantamiento de las guarniciones del Norte, pero no tuvo éxito. El orden quedó restablecido, y el Congreso absolvió de toda responsabilidad del presidente Guggiari, quien acto seguido reasumió el mando.
Estudio del pacto de no agresión
El 11 de noviembre de 1931 se inauguró en Washington la Conferencia convocada para negociar un pacto de no agresión, bajo la presidencia del Subsecretario de Estado míster Francis White. La Delegación boliviana presentó un proyecto por el cual ambos países se comprometían a no llevar ataque alguno sobre las posiciones de la otra parte, salvo legítima defensa, por el término de un año. El plan fue rechazado por la Delegación paraguaya, que presentó un contraproyecto que hacía basar la seguridad en el Chaco en el abandono, por una y otra parte, de las fundaciones hechas en contravención del statu quo de 1907. Mientras tanto, los más graves rumores cubrían los cielos de América. El embajador argentino en Londres comunicó el 8 de febrero a su Gobierno que era inminente un ataque boliviano al Paraguay, lo cual fue corroborado por el embajador de Washington que, casi en la misma fecha, anunciaba confidencialmente a la Cancillería de Buenos Aires que le Gobierno de Bolivia completaba sus preparativos militares, “pareciendo inclinado a tomar la ofensiva en el Chaco una vez terminada la estación de las lluvias”. El Gobierno de La Paz desmintió los rumores explicando que las noticias sobre concentración de tropas en el Chaco eran motivados por el relevo anual de tropas, sin aumento de efectivos. El 13 de abril de 1932 la Comisión de Neutrales, en una severa exhortación a ambos países, manifestó la gran preocupación que tenía por los preparativos que observaban en el Chaco. A esta exhortación se unieron los cuatro países limítrofes del Paraguay y Bolivia: Argentina, Brasil, Chile y Perú. El l de mayo, el presidente de la Comisión de Washington, míster White, sometió un proyecto de pacto por el cual las partes se comprometerían a no agredirse y no avanzar sus posiciones extremas, y a este efecto se haría una enumeración específica de esas posiciones, sin que el compromiso afectase los derechos de las partes.
Bibliografía: Efraím Cardozo “Paraguay Independiente”.
Bolivia acababa de perder su litoral sobre el Pacífico después de una corta guerra con Chile, y para suplir esa pérdida y asegurarse una nueva comunicación libre con el exterior sus gobiernos pusieron sus esperanzas en la obtención de un puerto en el río Paraguay; pero esto no era posible sin la cesión del Chaco, o de parte de él, por el Paraguay, al cual un fallo arbitral acababa de reconocer “justo y legal título” a ese territorio. Bolivia alegó derechos sobre el Chaco, como heredera de la Audiencia de Charcas, y aunque nunca había formulado reclamación directa al Paraguay, intentó intervenir en las negociaciones entabladas después de la guerra, siendo desahuciada tanto por los aliados como por el árbitro Mr. Hayes. Después del fallo y puesto el Paraguay en posesión del territorio que había recuperado mediante él, creyó Bolivia llegado el caso de exponer directamente sus aspiraciones. Fue comisionado en Asunción el doctor Antonio Quijarro, quien, sin hacer ninguna exposición de los títulos que Bolivia pretendía aducir, señaló las conveniencias económicas que reportaría al Paraguay la cesión de una parte del litoral y el consiguiente encauzamiento del comercio boliviano hacia el río de la Plata por territorio paraguayo. Poco antes el empresario Francisco Javier Bravo había obtenido del Congreso paraguayo concesiones para establecer en el Chaco colonias y ferrocarriles en conexión con Bolivia, de modo que las proposiciones de Quijarro, amistosamente planteadas, encontraron atmósfera favorable en las esferas oficiales, donde se creyó que ellas aportarían la solución de los angustiosos problemas económicos y fiscales en que se debatía el Paraguay.
El 25 de octubre de 1879 Quijarro firmó con el ministro de Relaciones Exteriores, Doctor José Segundo Decoud, varios tratados, entre ellos uno de límites, por el cual el Paraguay cedió a Bolivia el territorio chaqueño situado al norte del paralelo del río Apa. Más de la mitad del Chaco era transferida a Bolivia en aras de una conveniencia económica problemática. El Congreso se negó a presentar su sanción al tratado Decoud-Quijarro, y aunque la convención boliviana lo hizo, fueron vanos los esfuerzos realizados para hacerle desistir de su actitud.
Presidencia del general Caballero
El 4 de septiembre de 1880 falleció el presidente Bareiro. Debía sucederle el vicepresidente Adolfo Saguier, pero el ministro del Interior, general Bernardino Caballero, se hizo designar por el Congreso presidente provisional, siendo después elegido presidente para el periodo 1882 – 1886. Héroe de la guerra y caudillo de arraigado prestigio, Caballero presidió un gobierno ordenado y pacífico. El nuevo régimen tendía a estabilizarse. Por primera vez tomaron asiento en el Parlamento opositores oficiales como tales, y desde la prensa se hizo la crítica a los actos de gobierno y no como resultado de disidencias gubernativas. Antonio Toboada se señaló como líder de la oposición que comenzaba a agruparse y José de la Cruz Ayala volvió famoso su seudónimo Alón desde las columnas del Heraldo. Durante su gobierno, Caballero realizó algunas reformas y mejoras: organizó las municipalidades; creó el Registro del Estado Civil; fundó la Escuela de Derecho, atrajo inmigración europea; dio curso legal a las monedas de oro y plata de la República Argentina, y fundó un Banco Nacional.
Las tierras públicas son malbaratadas
Los Gobierno del nuevo régimen se desenvolvían con extrema escasez de recursos. Las entradas fiscales eran insuficientes para cubrir el ínfimo propuesto oficial. Se sucedían, incontenibles, las emisiones de billetes convertibles a la par y garantizados por los bienes del Estado sólo nominalmente. El Estado continuaba siendo un rico propietario. Los yerbales, considerados como minas en el régimen anterior, así como todas las zonas rurales seguían en su dominio. Durante el gobierno del general Caballero se procedió a su venta, tanto para hacer frente a las penurias del Fisco como para fomentar la colonización. Pero la venta se efectuó sin orden ni plan. Poblaciones enteras, escapadas de la catástrofe, vieron a sus habitantes, que nunca habían cuidado de legitimar su propiedad, de la noche a la mañana, intrusos en tierras que sus antepasados venían cultivando desde tiempos inmemoriales. Los ricos yerbales del Paraná quedaron en poder de unos cuantos propietarios. El Chaco fue dividido en lotes de monstruosa extensión e ínfimo precio. Hubo asombro cuando se puso que no solo de ellos, comprado por Carlos Casado, tenía más de 2.000 leguas de extensión. El beneficio aportado al Estado no fue considerable; algunos capitales comenzaron la explotación de los yerbales y de los quebrachales, pero la mayoría de las tierras enajenadas quedaron improductivas, dando origen a problemas agrarios que habían de pesar en lo futuro. El Estado paraguayo, disipado el escaso beneficio obtenido, quedó más pobre que nunca.
La deuda de guerra: 300.000.000 de libras
A la desastrosa inversión de los empréstitos de Londres y al malbaratamiento de las tierras públicas, se sumó otro factor que había de temor aún más difícil la restauración del país. Terminado el cálculo de la indemnización debida por el Paraguay de acuerdo con los tratados de paz, se encontró que ascendía, sin los intereses, a más de trescientos millones de libras esterlinas. Excedía en diez veces a los que Francia indemnizó a Alemania en 1870. Los aliados nunca reclamaron el cobro, pero tampoco permitieron prosperar numerosas iniciativas a favor de su condonación, salvo el Uruguay que, por el tratado del 20 de abril de 1883, lo hizo como prueba de amistosa simpatía y en 1885 devolvían también los trofeos de guerra en su poder.
Un nuevo tratado con Bolivia
El 25 de noviembre de 1886 insumió el poder el general Patricio Escobar, otro de los héroes de la guerra que intervenía en la vida pública. Bajo su gobierno Bolivia reanudó sus gestiones. El plenipotenciario Isaac Tamayo obtuvo del canciller Benjamín Aceval la firma de un nuevo tratado el 16 de febrero de 1887. El Chaco quedaba dividido en tres zonas; entre el Pilcomayo y la línea Decoud-Quijarro, limitada en el fondo por el meridiano 63°. Entre dicha línea y el paralelo que pasa una legua al norte del fuerte Olimpo; y entre ese paralelo y la Bahía Negra. La primera se reconocía al Paraguay, la tercera a Bolivia y la intermedia se sometía a arbitraje. El Congreso dejó transcurrir los plazos para la ratificación del Tratado y éste caducó.
Fundación de la Universidad Nacional
El presidente Escobar dio gran impulso a la cultura popular. En 1887 se creó el Congreso Superior de Educación y se dictó la ley de enseñanza obligatoria. En 1889, a iniciativa del senador Juan José Decoud, se fundó la Universidad Nacional. En 1887 se creó el Banco Agrícola. Escobar tuvo que enfrentar la agravación de crisis financiera; fue enajenada la propiedad de ferrocarril a una compañía inglesa, a condición de continuar las obras hasta Villa Rica.
Constitución de los partidos políticos
El hecho más importante, en el orden institucional, ocurrió durante el gobierno del general Escobar, fue constitución de los partidos políticos. La agrupación de la opinión de la opositora, iniciada en el gobierno anterior, tomó fuerza con motivo de las sangrientas elecciones de junio de 1887 en Villa Rica. El 10 de julio, bajo la dirección de Antonio Toboada, José de la Cruz Ayala, Cirilo Solalinde, Esteban Gorostiaga, Cecilio Báez, Adolfo R. Soler, Pedro P. Caballero y otros, los ciudadanos descontentos con la acción gubernativa resolvieron constituirse en una “sociedad política”, bajo la denominación de “Centro Democrático”, enarbolando los principios de la Constitución Nacional, especialmente la libertad de prensa y de palabra, de reunión y electoral. Presidió el primer Comité Antonio Toboada, alma y nervio del movimiento, y su inspirador doctrinario fue Cecilio Báez. Pronto abandonaron su primitiva denominación para llamarse “Partido Liberal”.
Las fuerzas oficiales, por su parte, también se organizaron. El 25 de agosto de 1887, la “Asociación Nacional Republicana”, llamada también “Partido Republicano”, o “Colorado”. El jefe de la agrupación fue el general Bernardino Caballero y su director intelectual José Segundo Decoud, que por su cultura y ponderación era el ministro indispensable de todos los Gobiernos. Ambos partidos tomaron posiciones: uno desde el Gobierno y el Parlamento, y el otro desde la prensa. La lucha giró en torno del cumplimiento de la Constitución y sobre todo de la libertad electoral, que los liberales reclamaron insistentemente y que a veces conquistaron con las armas.
Evacuación Boliviana de Bahía Negra
Con reconocimiento de la soberanía paraguaya se había instalado en Bahía Negra un puerto, cuya finalidad era buscar comunicación con Bolivia. Enterado el Gobierno de que la nueva población, bautizada Presidente Pacheco, reconocía la jurisdicción boliviana, envió la cañonera Pirapó, que arrió la bandera boliviana y apresó a las autoridades el 13 de septiembre de 1888. Bolivia protestó por el hecho, alegando que el puerto estaba en la porción territorial que le fue reconocida y sosteniendo, por primera vez, “su indiscutible derecho de propiedad a todo el territorio del Chaco”. El canciller Juan Crisóstomo Centurión repuso la caducidad de los tratados y se negó a reconocer la pretensión de Bolivia. Centurión defendió la tesis que el Paraguay iba a sostener invariablemente en el curso de su controversia con Bolivia. “Todo litigio o diferendo – decía – presupone necesariamente una demanda o una reivindicación. Bolivia no ha presentado ni podía presentar una reivindicación sobre el río Paraguay, de suerte que lo que llama cuestión territorial no puede referirse sino a la parte extrema y a los confines del Chaco, donde la frontera de los Estados se confunde”. Para el Paraguay, su litigio con Bolivia era de simple cuestión de límites en el Chaco, que consideraba como unidad geográfica enteramente nacional. Para Bolivia, la cuestión era de discusión sobre el mejor derecho a todo ese territorio.
Se firma otro tratado con Bolivia
El 25 de noviembre de 1890 reemplazó a Escobar el presidente Juan C. González, bajo cuyo gobierno se aguzó el problema político por las demasías de los agentes gubernamentales en los actos electorales. El Partido Liberal creyó llegado el momento de apelar a la revolución, y el 18 de octubre de 1891, dirigido por el mayor Eduardo Vera, que cayó en la acción, asaltó los cuarteles de Asunción. El movimiento fue sofocado por el general Juan B. Eguzquiza, quien se convirtió en árbitro de la situación a expensas del prestigio del general Caballero. Pese al apoyo que le prestaba éste, el presidente González fue depuesto el 9 de junio de 1892 por un movimiento encabezado por el general Eguzquiza. Se hizo cargo del poder el vicepresidente Marcos Morínigo, quien completó elperiodo. Durante su administración prosiguieron las negociaciones con Bolivia, que envió primer al estadista Mariano Baptista y llegó a Telmo Ichazo. No insistiendo con las reclamaciones sobre Puerto Pacheco, Bolivia procuró, una vez más, obtener amigablemente el puerto que anhelaba en el río Paraguay. El 23 de noviembre de 1894 se firmó un nuevo tratado de límites, el Beítez-Ichazo. El Chaco quedó dividida por una diagonal que, saliendo a tres leguas al norte de fuerte Olimpo, en el río Paraguay, encontraba el Pilcomayo a los 61° 28´ al oeste de Greenwich. La conciencia púbica seguía adversa a toda concesión. Después de las enormes pérdidas territoriales sufridas en la reciente guerra, no se quería retacear aún más lo que restaba del patriotismo nacional. El tratado ni siquiera fue sometido al Parlamento.
Florecimiento intelectual a fines del siglo
El general Eguzquiza asumió el poder el 25 de noviembre de 1894. Procuró atemporar la lucha política mediante un acuerdo con los liberales que les asegura acceso al Parlamento. Los liberales se dividieron, con tal motivo, en dos sectores: los que aceptaron la conciliación y se llamaron “cívicos” y los radicales, que persistían en mantener la intransigencia hostil. Con todo, se aseguró la presencia de la oposición en el Parlamento y el país presenció grades y resonantes debates. Hubo también un florecimiento intelectual. En 1896 se fundó el Instituto Paraguayo, que pronto se convirtió en la tribuna brillante de la cultura nacional. Blas Garay, Manuel Domínguez, Cecilio Báez, Fulgencio Moreno, Manuel Gondra hacían incursiones en las disciplinas científicas y literarias, con preferencia en los estudios históricos. Ese mismo año se creó la Escuela Normal. Eguzquiza terminó pacíficamente su periodo; le sucedió Emilio Aceval, que prosiguió la política de conciliación. En 1898 se dictó la ley del Matrimonio civil y en 1899 se creó el Consejo Nacional de Educación. El censo mostró que el Paraguay tenía cuatro millones de cabezas de ganado vacuno y caballar. Nacieron las primeras industrias ganaderas y el país comenzó a exportar a Europa. Las estadísticas proporcionaron otra revelación; en 1900 el Paraguay tenía una población de 635-571 almas. En menos de treinta años se había quintuplicado. Pero la anarquía política continuaba imperando. Los arbitrios violentos seguían gozando de las preferencias de los políticos. Caballero, disgustado por la solución que el presidente Aceval pensaba dar a la cuestión presidencial, le depuso el 9 de enero de 1902. Fue reemplazado por el vicepresidente Héctor Carvallo, quien completó el periodo presidencial.
La Revolución de 1904
El coronel Juan Antonio Azcurra asumió constitucionalmente el poder el 25 de noviembre de 1902. Su gobierno abordó la solución de algunos problemas. Fueron adquiridos barcos para la marina mercante nacional y en 1903 se dictó la ley de Colonización y Hogar, con la cual se buscaba corregir los desastrosos efectos de la venta de tierras públicas. El canciller Antolín Irala, el 29 de abril de 1904, puso a salvo los derechos del Paraguay al norte de la Bahía Negra, que Brasil acababa de ceder a Bolivia por el tratado de Petrópolis. Pese a su nueva tendencia reformista, el régimen colorado, gastados por tantos años de gobierno, se debatía en el vacío. La vieja guardia, encabezada por Decoud, fue desplazada, y Ezcurra apeló a los elementos jóvenes del coloradismo, que se hallaban debilitados por la profunda división entre “caballeristas” y “eguzquizistas”; en el país había evidentes signos de descomposición.
Las dos fracciones del partido liberal se reunieron bajo la dirección del general Benigno Ferreira e iniciaron, en agosto de 1904, una revolución campal para apoderarse del poder. Los revolucionarios establecieron un cuartel general en Villa del Pilar y el movimiento se extendió rápidamente por todo el país. Tuvieron efecto algunos encuentros, hasta que el 12 de diciembre de 1904, con la mediación del representante de la Argentina y el Brasil, se afectó el pacto del Pilcomayo, en virtud del cual Juan Bautista Gaona asumió el 19 la Presidencia de la República y el Partido Liberal se hizo cargo de la dirección política del país. Gaona creó la Escuela Militar, con objeto de nacionalizar el Ejército, hasta entonces el servicio de la política, y promulgó la Ley del Servicio personal obligatorio. Pronto renacieron las divergencias intestinas dentro del liberalismo. El 9 de diciembre de 1905 los “cívicos” depusieron a Gaona y exaltaron a la presidencia a Cirilo Báez. La escisión liberal fue soldada a duras penas; el 25 de diciembre de 1906 asumió el poder, con el voto de las dos fracciones, el general Benigno Ferreira. Bajo su administración se emprendieron reformas administrativas y obras de aliento, pero no pudo evitar que el grupo “radical” tomara una posición netamente opositora, a inspiración de su jefe virtual Manuel Gondra, figura intelectual de alto vuelo, político de geran prestigio popular.
“Statu quo” con Bolivia
Desengañada de sus tentativas diplomática para obtener una salida sobre el río Paraguay, Bolivia inició una nueva política consistente en la paulatina ocupación de los territorios que pretendía. La fundación de los fuertes Guachalla y Ballivián motivó la protesta que el 20 de febrero de 1906 formuló el ministro paraguayo en la Paz, doctor Pedro Peña. Paraguay, por su parte, intensificó la ocupación civil, a que se prestó el nacimiento de la industria quebrachera. La situación que se estaba creando preocupó al Gobierno argentino, con cuya mediación se firmó en Buenos Aires, el 12 de enero de 1907, un protocolo entre el ministro de Hacienda Adolfo R. Soler y el plenipotenciario boliviano doctor Claudio Pinilla. Ambos países se comprometieron a negociar un tratado por el cual se sometería al arbitraje de la Argentina la zona comprendida entre el paralelo 20° 30´ y las líneas que alegara el Paraguay hacia el Norte, y entre los meridianos 61° 30´ y 62° al oeste de Greenwich.
Mientras se reglamentara el acuerdo, los dos países no debían innovar ni avanzar las posesiones existentes, quedando la observación del statu quo bajo la garantía del Gobierno argentino. Las negociaciones que se entablaron en Asunción entre los plenipotenciarios Manuel Domínguez y Emeterio Cano no llevaron a ningún resultado. La opinión pública reaccionó contra el protocolo Soler-Pinilla, a influjo de la prédica de los radicales, que sostenían la intangibilidad del litoral. Finalmente el presidente de la Argentina, Figueroa Alcorta, después de un incidente argentinoboliviano, desistió de ser el árbitro, con lo que el protocolo Soler-Pinilla quedó prácticamente sin efecto.
Anarquía durante el centenario de la Independencia
La tensión política tuvo el 2 de julio de 1908 violenta explosión. Encabezada por el coronel Albino Jara, el ala radical sublevó algunas unidades, y después de sangrienta lucha obtuvo la deposición del general Ferreira. Asumió el poder el vicepresidente Emiliano González Navero y el Congreso fue disuelto. El 25 de noviembre de 1910 se hizo cargo de la presidencia el jefe del radicalismo Manuel Gondra, pero el Partido Liberal volvió a sufrir una nueva escisión. El ministro de Guerra, coronel Albino Jara, depuso a Gondra el 17 de enero de 1911 y se proclamó presidente. El ex ministro del Interior, Adolfo Riquelme, dirigió un levantamiento revolucionario, pero Jara lo venció y ordenó su fusilamiento. El 14 de mayo de 1911, primer centenario de la Independencia nacional, sorprendió al Paraguay en la más aguda de las anarquías que registra su historia.
Los excesos de Jara provocaron el levantamiento de sus propios compañeros, que le derrocaron el 5 de julio y llevaron a la presidencia a Liberato Rojas. Los liberales radicales, entre tanto, organizaban una nueva revolución campal, que estalló en noviembre. Rojas se entendió, para hacerla frente, con los cívicos y colorados; pero éstos, sacando provecho de la situación, le depusieron el 28 de febrero de 1912, designando presidente a Pedro Peña. Esta presidencia fue efímera. La revolución radical triunfó el 22 de marzo y proclamó presidente provisional a Emiliano González Navero. Los radicales tuvieron que hacer frente a una contrarrevolución encabezada por Jara y apoyada por los cívicos. En las inmediaciones de Paraguarí se entabló el 11 de mayo un combate en que pereció Jara. Con su muerte terminó este periodo azaroso de la vida paraguaya. En cuatro años se habían sucedido siete presidentes y estallaron cuatro sangrientas revoluciones campales.
Se prorroga el “Statu quo” con Bolivia
El 15 de agosto de 1912 iniciaba un nuevo periodo presidencial Eduardo Schaerer, uno de los jefes civile de la revolución liberal triunfante. El país pudo salir de la postración económica gracias al auge de la industria ganadera ocasionado por la Guerra Europea. El ferrocarril llegó a Encarnación y se inauguró la comunicación directa terrestre con Buenos Aires. Se fundó el Departamento de Fomento; se firmó entre el canciller Eusebio Ayala y el plenipotenciario Ricardo Mujían un protocolo por el cual se declaró caducada en de 1907, con el mantenimiento del statu quo pactado ese año, declarando ambas partes no haber modificado sus respectivas posiciones desde aquella fecha, y se estableció un plazo de dos años para el arreglo definitivo de la cuestión.
El protocolo Ayala-Mujía fue prorrogado sucesivamente el 19 de julio de 1915, el 21 de noviembre de 1916 y el 15 de junio de 1917. Prosiguieron con las negociaciones en La Paz, a cargo del plenipotenciario Fulgencio R. Moreno, hasta que el 17 de junio de 1918 el protocolo fue prorrogado sine die. Mientras tanto proseguía vigorosamente la industrialización de las riquezas forestales del Chaco. Numerosas líneas férreas se adentraron hacia el interior desde el litoral, y en todas las grandes fábricas de tanino se formaron florecientes ciudades.
Establecimiento del voto secreto
La paz interna fue momentáneamente alterada por un movimiento revolucionario sofocado en Asunción el 1° de enero de 1915. El 15 de agosto de 1916 Schaerer entregó el mando a su sucesor Manuel Franco. Era el primer presidente civil de la nueva era que completaba pacíficamente su periodo. El gobierno de Franco fue de restauración administrativa y de pacificación política. Dentro del Partido Liberal peligraba nuevamente la unidad por el descontento que en algunos sectores que producía la hegemonía de Schaerer, y el Partido Colorado, reorganizado bajo la jefatura de Antonín Irala, se aprestaba a intervenir en la vida cívica abandonando el camino de las conspiraciones. Franco proporcionó al coloradismo la oportunidad de volver al Parlamento sin necesidad de pactos, y aseguró definitivamente la libertad electoral. En 1918 se creó el Registro Cívico Permanente y se estableció el voto secreto. Se dictó la ley del homestead para proteger a los pequeños propietarios contra las tendencias absorbentes del latifundismo. Franco falleció repentinamente el 5 de junio de 1919, correspondiéndole terminar el periodo al vicepresidente doctor José P. Moreno, quien, el 15 de agosto de 1920, entregó la Presidencia a Manuel Gondra, por segunda vez votado para el cargo. Bajo su gobierno, por la ley del 26 de julio de 1921, se concedieron privilegios especiales a la secta de menonitas para poblar el Chaco, lo cual motivó la reclamación boliviana.
Se desata una larga guarra civil
Las disensiones internas del liberalismo desataron nuevamente la anarquía en el país. Una intensa campaña contra el predominio de Schaerer agitó a la República. El 29 de octubre de 1921 el presidente Gondra renunció por no aceptar la modificación del Gabinete que le exigió Eduardo Schaerer, apoyado por las fuerzas policiales. El vicepresidente Félix Paiva hizo lo propio, después de haber intentado vanamente constituir un Gabinete. Ambos sectores liberales se pusieron momentáneamente de acuerdo para llevar a la Presidencia a Eusebio Ayala por el voto del Congreso, quien constituyó su Gabinete con personas ajenas al golpe del 29 de octubre y luego realizó una política contraria de los intereses de Schaerer. El Partido Radical quedó oficialmente dividido en dos: los cívicos se plegaron a los “gondristas” a los “schaeristas”. Contando “schaeristas” y colorados con mayoría en el Parlamento, votaron en mayo de 1922 una ley para llamar a elecciones presidenciales, a la cual puso el veto el presidente Ayala alegando que el país no estaba en condiciones electorales.
El veto motivó el levantamiento de las guarniciones del interior, al mando del coronel Adolfo Chirife y con la dirección civil de Schaerer. Se inició una larga guerra civil, durante el cual el presidente Eusebio Ayala renunció al cargo, siendo reemplazado por el doctor Eligio Ayala. El coronel Chirife murió de enfermedad, asumiendo la jefatura militar del movimiento el coronel Pedro Mendoza, quien el 9 de julio de 1923 atacó nuevamente la capital, pero no pudo vencer la resistencia gubernamental y dio por terminada la Revolución. Fracasada ésta, el presidente Ayala disolvió el Congreso, que había dejado de funcionar, y convocó elecciones, a las cuales ya no acudieron los colorados. Proclamado candidato a la Presidencia, Eligio Ayala fue reemplazado en el mando por el doctor Luis R. Riart, en cuyo breve gobierno se dictó la ley de Emergencia, que estabilizó por primera vez el cambio. El 15 de agosto de 1924 Riart entregaba nuevamente las insignias del mando a Eligio Ayala.
La cuestión de límites con Argentina
Mientras el país se debatía en anarquía, se suscitó una nueva cuestión internacional. El brazo principal del Pilcomayo era el límite señalado entre el Paraguay y Argentina. A los fines de señalar sobre el terreno cuál era el brazo principal, por protocolo del 11 de septiembre de 1905, confirmado en 1907, se constituyó una Comisión técnica, que en 1909 informó que el brazo sur era el más importante. A la vista de este informe debía establecerse definitivamente la frontera, pero transcurrió el tiempo sin que se llegara a un acuerdo. El Paraguay insistió varias veces en que se aceptara o rechazara el informe de 1909. El canciller argentino Honorio Pueyrredón sostuvo entonces que los protocolos de 1905 y 1907 plantearon equivocadamente como una cuestión geográfica actual lo que sólo consistía en saber cuál era el brazo que se consideraba principal en la época del tratado de 1876, y que no había por qué considerar el informe de 1909 habiendo caducado aquellos protocolos. El Gobierno comisionó a Buenos Aires a don Manuel Gondra, quien, previsto de plenos poderes, invitó a la Cancillería argentina a estudiar el problema de la exposición de Pueyrredón y presentó una memoria con objeto de refutar aquélla. La memoria de Gondra no fue contestada y la solución de las diferencias quedó postergada.
Eligio Ayala restaura las finanzas
El país no salió muy maltrecho de la guerra civil gracias al auge de la producción algodonera, que trajo un bienestar general y que permitió a Eligio Ayala restaurar la finanzas. La ley de Emergencia de 1923 puso fin a la danza del cambio, que se estabilizó, aunque en proporción muy alta con respecto del peso oro argentino (4.261 porciento). El orden se impuso en la Administración y sobre todo en la percepción de las rentas. En 1926 el presidente anunció al Parlamento suceso insólito en la historia financiera del país: el resultado definitivo del balance arrojaba un superávit considerable que enjugaba todos los déficits anteriores. Las exportaciones dieron un salto extraordinario. Los frigoríficos reanudaron sus actividades y surgieron nuevas industrias. Se completaron las organizaciones gremiales y surgió, aunque con modestas fuerzas, el partido comunista. Se dictó una nueva Ley de Colonización, con miras a resolver el problema agrario. Las inquietudes políticas se calmaron, y con una Ley de Representación provisional volvió al Parlamento el partido colorado. Se dio gran impulso a la enseñanza primaria. Por ley del año 1925 se introdujeron importantes reformas en el régimen escolar, elaboradas por el profesor Ramón I. Cardozo. El Paraguay llegó a ocupar, según las estadísticas, el tercer lugar entre los países americanos en cuanto a concurrencia escolar.
Con motivo del primer centenario del nacimiento del mariscal López culminó el intenso movimiento de reivindicación del caído de Cerro Corá. La Cámara de Diputado derogó la ley que lo declaraba traidor, y la agitación que se produjo en el país hizo olvidar por un momento las preocupaciones políticas. Pero agitación dio paso bien pronto a otro mucho más grave: en las selvas inextricables del Chaco se incubaba un nuevo drama, que no tardaría en desarrollarse.
Bolivia funda fortines en el Chaco
Durante la guerra civil en Paraguay abandonó por completo la vigilancia militar del Chaco, confiado en que el status quo de 1907 bastaría para reguardar su posesiones. Bolivia eligió ese momento para reanudar la política de ocupación de los territorios desiertos, mediante fortines a lo largo del Pilcomayo. El primer aviso que tuvo el Gobierno paraguayo fue la publicación de un mapa boliviano en que estaban señalados los fortines. Las explicaciones pedidas al Gobierno boliviano no obtuvieron respuesta. La penetración boliviana colocaba a una controversia en un nuevo terreno lleno de riesgos.
Ambos países, que apenas conocían, se encontraban al bode de un conflicto de proyecciones. Lo paradójico de la situación fue señalado por Eligio Ayala en su mensaje al Parlamento. El Paraguay, que apenas estaba restañado de las anchas heridas de la gran guerra, y que bajo el gobierno austero y capaz de Eligio Ayala parecía entrar en una nueva era de paz y de progreso, se veía de repente ante un problema de insospechada magnitud que le sorprendía inerme y casi indefenso.
El primer incidente en el Chaco
Comprobado el avance boliviano, el Paraguay, a su vez, completó la ocupación militar en el Chaco. Comenzó en la selva una carrera de fortines, de la cual, tarde o temprano, debía resultar un choque. El primer incidente sangriento ocurrió en el fortín sorpresa, sobre el río Confuso. En febrero de 1927 fueron hechos prisioneros el teniente paraguayo Adolfo Rojas y varios soldados, y poco después el Gobierno boliviano anunciaba que aquél, al intentar evadirse, había sido muerto. Hubo un cambio de nota entre ambas Cancillerías. Grandes manifestaciones en La Paz y en Asunción pidieron la guerra. Paraguay intensificó sus preparativos y adquirió dos cañones para su defensa del río. Menudearon las interpelaciones en el Parlamento.
El Gobierno fue acusado de lenidad en el terreno diplomático y de descuidar la defensa nacional frente a los propósitos agresivos de Bolivia. Se fundó la Liga Nacional Independiente, que enarboló la cuestión del Chaco como bandera política de oposición. La unidad del coloradismo comenzó, pues un sector importante proclamó la abstención. También en el Partido Liberal aparecían signos de descomposición. El 21 de mayo de 1927 se firmó con el Brasil el convenio Ibarra-Mangabeira, complementario de límites; con tal motivo el sector liberal encabezado por Modesto Guggiari inició la oposicióna la política internacional del Gobierno. La cuestión del Chaco pasó a ocupar el primer plano de las preocupaciones públicas. La oposición, condensando el estado de la opinión pública contraria a toda concesión, se irguió vigilante para impedir cualquiera debilidad en el terreno diplomático. Pero el Gobierno no se proponía ceder un ápice y comenzó a aplicar los superávits del presupuesto a la adquisición de armamento al propio tiempo que contrataba una misión militar en Francia.
Protocolo Díaz León-Gutiérrez
Desde 1924 estaba pendiente una oferta de buenos oficios del Gobierno argentino, que fue reiterada al reagravarse la situación en el Chaco, y en su virtud, el 22 de abril de 1927 se firmaba en Buenos Aries el protocolo Díaz León-Gutiérrez, por el cual los dos países convenían en designar sus diferencia en cuanto al Chaco. Decía el artículo 3° que las alegaciones para la determinación de la línea fronteriza, además de los títulos o antecedentes del respectivo derecho podría incluir “términos de transacción o de equivalencias territoriales”. Antes de ratificarlo, el Gobierno paraguayo solicitó de Bolivia la aclaración de que él no afectaba los acuerdos anteriores, aludiendo al status quo en el Chaco. Bolivia dio satisfactoriamente las aclaraciones solicitadas y el protocolo quedó ratificado.
La conferencia de Buenos Aires
De acuerdo con el protocolo Díaz León-Gutiérrez, el día 27 de septiembre del año 1927 fueron inauguradas las conferencias de Buenos Aires. El Gobierno argentino designó observador al doctor Isidro Ruiz Moreno. La Delegación paraguaya estaba presidida por Eusebio Ayala y la boliviana por José María Escalier. En el primer periodo de las deliberaciones versaron sobre la interpretación del status quo pactado en el año 1907. El Paraguay sostuvo que el compromiso de uno innovación se refería a la zona de arbitraje trazada en el protocolo Soler-Pinilla. Bolivia, en cambio, alegó que el status quo era simplemente de posesiones sin relación alguna con las líneas fijadas para el arbitraje.
La divergencia era insalvable y para salir de aquel callejón el Gobierno argentino propuso: 1°., que el Paraguay “acepte ir derechamente al arbitraje en la cuestión fundamental”; 2°, que ambos países procedan a la desmilitarización de sus fortines; 3°, que se declare que los avances habían creado una situación de hecho que no daban ningún derecho a alegar ante el árbitro. Aceptada en principio la propuesta, la Conferencia pasó el 27 de diciembre en un cuarto intermedio, reanudando sus tareas el 7 de mayo de 1928. Discutidas las proposiciones argentinas, tampoco hubo acuerdo ni sobre las modalidades del arbitraje ni sobre las condiciones en que habrían de efectuarse la desmilitarización.
Bolivia aceptó la reducción de efectivos, pero no el abandono de los fortines que por uno y otro país hubieran sido fundados después de 1907, como propuso la delegación paraguaya, que en ese último periodo estuvo presidida por Jerónimo Zubizarreta. El 12 de julio se aceleró la sesión final, en el que se descubrió un acto en que se hicieron costar los motivos del disentimiento para llegar a un acuerdo; ambas Delegaciones declararon “que el litigio en que se hallan comprometidos sus respectivos países no será resuelto sino por medios pacíficos, salvo el caso de legítima defensa”.
El incidente del fortín Vanguardia
En medio de la tensa atmósfera producida por el fracaso de la Conferencia de Buenos Aires, el 15 de agosto de 1928 se hizo cargo de la presidencia el doctor José P. Guggiari. A los pocos días de asumir el mando, cerca del fortín Galpón fueron apresadas por fuerzas paraguayas varios militares bolivianos de alta graduación. El hecho motivó un cambio de notas y fue preludio de un incidente mucho más grave ocurrido en la misma zona. El 5 de diciembre, fuerzas paraguayas al mando del mayor Rafael Franco atacaron el fortín boliviano Vanguardia, el cual incendiaron, llevándose prisionero a los sobrevivientes.
El 8 de diciembre el hecho fue comunicado por el ministro de Relaciones Exteriores Jerónimo Zubizarreta al ministro boliviano, cargando la responsabilidad del mismo a quienes lo provocando penetrando sistemáticamente en fuerzas armadas en territorio poseído por el Paraguay. Al mismo tiempo se le comunicó que el Paraguay solicitaba la convocatoria de la Comisión investigadora prevista por la Convención Gondra subscrita el 30 de enero de 1923 en Santiago de Chile.
Ruptura de relaciones
El mismo día en que el Gobierno paraguayo envió esta comunicación, el de Bolivia entregaba sus pasaportes al encargado de negocios del Paraguay, coronel Elías Ayala, y le daba un plazo de dos horas para abandonar el país. El Paraguay, a su vez, devolvió sus pasaportes al representante boliviano, quedando así todas las relaciones. Reunida en Montevideo la Comisión del Tratado Gondra, ante la cual fue designado representante paraguayo Eusebio Ayala, e invitado el Gobierno boliviano a hacer lo mismo, repuso que ese tratado no había sido perfeccionado y que el incidente quedaba fuera de sus previsiones. En Washington estaba por inaugurarse una Conferencia Panamericana de Conciliación y Arbitraje, ante la cual era delegado del Paraguay el ex presidente Eligio Ayala. Apenas abierta, su primera determinación fue formular votos por el arreglo pacífico del incidente.
El Gobierno de La Paz replicó que sólo después de la satisfacción que Bolivia esperaba del Paraguay “dentro de las estrictas normas del Derecho internacional” estaría dispuesto a escuchar sugestiones conciliadoras. Al día siguiente, fuerzas bolivianas ocuparon el fortín Boquerón, después de sangrienta refriega. El 15 de diciembre, el presidente Guggiari decretó la movilización general. Ese mismo día la Conferencia de Washington ofreció sus buenos oficios a las partes, que el Paraguay se apresuró a aceptar.
Antes de dar respuesta a la oferta de buenos oficios de la Conferencia de Washington, Bolivia consultó con los países limítrofes acerca de la actitud que debía asumir. La respuesta del canciller chileno, Conrado Ríos Gallardo, del 16 de diciembre, constó de los siguientes puntos: 1°, Chile deplora profundamente que la consulta no hubiera sido formulada antes de los últimos ataques de las fuerzas bolivianas a fortines paraguayos; 2°, estima que las naciones americanas están en el deber de perturbar la paz continental, y por consiguiente Bolivia debe buscar medio pacíficos para poner término a la grave situación; 3°, mira con vivo sentimiento la actitud de Bolivia hacia la guerra, y le sugiere la suspensión de toda clase de operaciones militares; 4°, invita amistosamente a Bolivia a meditar sobre las desastrosas consecuencias de una guerra. Dos días después Bolivia aceptó los buenos oficios de la Conferencia de Washington.
La Conferencia de Washington
Aceptados sus buenos oficios, la Conferencia de Washington logró que el 3 de enero de 1929 los representantes del Paraguay y Bolivia, Juan Vicente Ramírez y Eduardo Díez de Medina, firmaran un protocolo por el cual se creaba una Comisión de Investigación y Conciliación, integrada por delegados de las partes y de Estados Unidos, Colombia, México, Uruguay y Cuba, para determinar, dentro del plazo de seis meses, “cuál de las partes introdujo innovación en el estado de relaciones pacíficas de ambos países”. La Comisión debía forzarse por arreglar amistosamente el incidente, y sólo en caso de no lograrlo debía dar a conocer el resultado de sus investigaciones; ambos países se comprometían a suspender toda hostilidad, volviendo a reiterar su propósito de quela controversia se solucionara por medios jurídicos. Ratificado el protocolo, el Paraguay designó delegados a Enrique Bordenave y Francisco C. Chaves.
El 13 de marzo de 1929 inició sus tareas la Comisión de Investigación y Conciliación, con asiento a Washington, bajo la presidencia del general Frank Ross McCony. Después de investigar suficientemente los sucesos del Chaco, la Comisión pidió ser autorizada para proponer planes de arreglo de un Proyecto de Convención para someter a un Tribunal de arbitraje la contienda del Chaco, excluyéndose de la competencia del Tribunal del territorio laudado por el presidente Hayes a favor del Paraguay y estableciéndose que, cualquiera que fuese la decisión arbitral, sería adjudicado a Bolivia el puerto de Bahía Negra. Tanto el Paraguay como Bolivia rechazaron esta fórmula de arreglo.
La Comisión dio término a sus tareas después de firmado un protocolo en que se consiguieron los siguientes acuerdos entre el Paraguay y Bolivia: 1°, mutuo olvido de las ofensas y perjuicios causados por cada una de las partes a la otra; 2°, restablecimiento del estado de cosas en el Chaco sobre el mismo pie en que se hallaban antes del 5 de diciembre de 1928, y 3°, restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Antes de clausurar sus deliberaciones, los Gobiernos representados en la Comisión resolvieron ofrecer sus buenos oficios para buscar una solución definitiva al pleito de fondo.
Mejora la situación económica
Los resultados logrados en Washington produjeron malestar político. El Gobierno tuvo que apelar al estado de sitio para afrontar la situación. La escisión del liberalismo se agravó con motivo de la discusión parlamentaria del Tratado Ibarra-Mangabeira, que al final fue sancionado el 21 de octubre de 1929, con la oposición del senador Modesto Guggiari y algunos parlamentarios, quienes fueron expulsados del Partido. La campaña política adquirió virulencia extraordinaria. Crecieron las agitaciones obreras, se multiplicaron las huelgas y se intensificó la propaganda comunista, duramente reprimida por el Gobierno. Con todo, la situación económica y fiscal era óptima y las finanzas continuaban bien regidas por Eligio Ayala. En ese año se concedió la autonomía a la Universidad, que contaba con 600 alumnos. En 1929 funcionaron 810 escuelas, con 2452 maestros y 108.222 alumnos.
Nueva ruptura de relaciones con Bolivia
Para el cumplimiento de las resoluciones de Washington tuvieron que salvarse algunas dificultades, y al fin se convino en fijar fecha para la reanudación de las relaciones. El 23 de julio de 1930 tuvo efecto de devolución de los fortines Vanguardia y Boquerón a Bolivia y Paraguay respectivamente, y poco después se restablecieron las relaciones. La situación política en el Paraguay tendía a empeorarse, siempre al influjo de la cuestión del Chaco. La oposición no cesaba de acusar al Gobierno de mantener indefenso al país. El mayor Rafael Franco, promotor del ataque a Vanguardia, concentraba sobre sí las esperanzas de las fuerzas adversas del Gobierno y en marzo de 1931 estuvo a punto de provocar un levantamiento militar. Evitado el movimiento, más tarde el Gobierno le separó del Ejército por sus actividades subversivas.
Mientras tanto menudeaban los incidentes en el Chaco, donde el teniente coronel José Félix Estigarribia, a quien en mayo se le confió el mando de las fuerzas, dio gran impulso a la organización defensiva, y un conflicto diplomático, aparentemente insignificante, llevó rápidamente a una nueva ruptura de relaciones entre los países. La llegada de las dos cañoneras Paraguay y Humaitá, que el Paraguay hizo construir en astilleros en Italia, provocó declaraciones de la Legislación de Bolivia en Washington, que a su vez suscitaron comentarios irónicos del encargado de negocios del Paraguay Pablo M. Insfrán. La Legación boliviana en Asunción manifestó al Gobierno que reputando el de La Paz inamistosos los términos en que se había expresado Insfrán, esperaba que el Gobierno paraguayo los desautorizase, pues de lo contrario el Gobierno boliviano se vería en la necesidad de suspender sus relaciones diplomáticas. El 23 el canciller Zubizarreta se negó a dar semejante paso. “El Gobierno paraguayo – contestó – admite de buen grado ser influido por la razón, pero no cederá ante la amenaza”. El 2 de julio de 1931 se hizo efectiva la nueva ruptura de relaciones.
Bolivia propugna un pacto de no agresión
La nueva ruptura condicionó un peligroso recrudecimiento de fricciones en el Chaco. Argentina procuró, aunque sin éxito, el restablecimiento de las relaciones. Mientras tanto reanudaba sus actividades la Comisión de Neutrales creada para solucionar los incidentes de 1928. El 20 de abril el Paraguay había recordado a los cinco países presentados en esa Comisión que estaba pendiente el ofrecimiento de sus buenos oficios para la solución de la controversia de límites, y que el Paraguay los había aceptado. A consecuencia de esta nota los cinco países neutrales de la Comisión de Washington ratificaron la oferta de sus buenos oficios. Casi simultáneamente, la Argentina propuso el mantenimiento del statu quo de las posicione en el Chaco con intervención de una policía internacional, pero esta sugestión no encontró acogida en las dos partes. Bolivia, a la reiteración de los buenos oficios por la Comisión de Washington, contestó que estaba dispuesta a estudiar inmediatamente un pacto de “no agresión” es el Chaco. Paraguay aceptó la propuesta y se convino en inaugurar en noviembre, en Washington, las negociaciones respectivas.
Crece el malestar político
Al compás de las diligencias diplomáticas aumentaba la inquietud política en el Paraguay. La oposición seguía acusando incansablemente al Gobierno de no percatarse de la gravedad de la situación, manteniendo al país prácticamente en el mismo estado de indefensión que antes que agravarse las relaciones con Bolivia. En la imposibilidad de recurrir al crédito externo, el Gobierno debía limitar las adquisiciones a lo que permitía el presupuesto ordinario, y ellas, con todo, bastaron para poner al Ejército en condiciones de hacer frente a cualquier emergencia. La oposición no lo admitía y además culpaba al Gobierno de confiar excesivamente en las gestiones diplomáticas, objetado la acepción de las nuevas negociaciones para un pacto de no agresión propugnado por el Gobierno de Bolivia, cuyo presidente, Daniel Salamanca, que recientemente se había hecho cargo del poder, era conocido por sus ideas extremistas respecto a la cuestión del Chaco: en la oposición, Salamanca había sido el caudillo de la guerra, que consideraba indispensable para la salud mental de Bolivia.
Nuevos incidentes en el Chaco acrecentaron la efervescencia popular. El 6 de septiembre de 1931 se comprobó que los bolivianos se habían apoderado de Samaklay, cerca de Nanawa, instalando allí un fortín. El 24 de ese mes, contingentes paraguayos enviados para rescatar la posición chocaron con las fuerzas bolivianas y tuvieron ocho bajas. El fortín quedó en poder de los bolivianos. Conocido el hecho en Asunción, a los oponentes políticos se agregaron los estudiantes, que recorrieron tumultuosamente las calles de Asunción pidiendo la recuperación de Samaklay. La agitación fue creciendo día a día. El 23 de octubre se produjo un sangriento incidente frente al Palacio Nacional, quedado en los jardines varios muertos y heridos. El trágico suceso conmovió profundamente a la ciudad. En la Universidad Nacional se constituyó un Comité, integrado por estudiantes y políticos de la oposición, que proclamó la Revolución. El Ejército decidió apoyar al Gobierno y sofocar la subversión, después de saber que el presidente Guggiari delegaba el mando en el vicepresidente Emilio González Navero y se dirigía al Congreso solicitando su propio juicio político. El mayor Rafael Franco intentó provocar un levantamiento de las guarniciones del Norte, pero no tuvo éxito. El orden quedó restablecido, y el Congreso absolvió de toda responsabilidad del presidente Guggiari, quien acto seguido reasumió el mando.
Estudio del pacto de no agresión
El 11 de noviembre de 1931 se inauguró en Washington la Conferencia convocada para negociar un pacto de no agresión, bajo la presidencia del Subsecretario de Estado míster Francis White. La Delegación boliviana presentó un proyecto por el cual ambos países se comprometían a no llevar ataque alguno sobre las posiciones de la otra parte, salvo legítima defensa, por el término de un año. El plan fue rechazado por la Delegación paraguaya, que presentó un contraproyecto que hacía basar la seguridad en el Chaco en el abandono, por una y otra parte, de las fundaciones hechas en contravención del statu quo de 1907. Mientras tanto, los más graves rumores cubrían los cielos de América. El embajador argentino en Londres comunicó el 8 de febrero a su Gobierno que era inminente un ataque boliviano al Paraguay, lo cual fue corroborado por el embajador de Washington que, casi en la misma fecha, anunciaba confidencialmente a la Cancillería de Buenos Aires que le Gobierno de Bolivia completaba sus preparativos militares, “pareciendo inclinado a tomar la ofensiva en el Chaco una vez terminada la estación de las lluvias”. El Gobierno de La Paz desmintió los rumores explicando que las noticias sobre concentración de tropas en el Chaco eran motivados por el relevo anual de tropas, sin aumento de efectivos. El 13 de abril de 1932 la Comisión de Neutrales, en una severa exhortación a ambos países, manifestó la gran preocupación que tenía por los preparativos que observaban en el Chaco. A esta exhortación se unieron los cuatro países limítrofes del Paraguay y Bolivia: Argentina, Brasil, Chile y Perú. El l de mayo, el presidente de la Comisión de Washington, míster White, sometió un proyecto de pacto por el cual las partes se comprometerían a no agredirse y no avanzar sus posiciones extremas, y a este efecto se haría una enumeración específica de esas posiciones, sin que el compromiso afectase los derechos de las partes.
Bibliografía: Efraím Cardozo “Paraguay Independiente”.
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