Si se busca determinar los antecedentes de nuestra revolución comunera del siglo XVIII, de inmediato y por más conocidos saltan a la vista tres acontecimientos: la deposición de Alvar Núñez Cabeza de Vaca en 1544, la de Felipe de Cáceres en 1572 y la resistencia armada del Obispo Gobernador Fray Bernardino de Cárdenas, con el Cabildo de Asunción y pueblo todo, contra un ejército levantado en las reducciones jesuíticas por orden del Virrey.
Por causa de los hechos ocurridos nos dice Cecilio Báez la población se dividió en dos bandos o parcialidades políticas las cuales dieron origen, a las llamadas revoluciones comuneras, que duraron hasta mediados del siglo XVIII.
Aun así, no. podemos considerar las turbulencias entre conquistadores como parte necesaria del proceso comunero del Paraguay. En efecto, en el Perú, en el Darién, en Panamá en Cuba y hasta en la Española desde los primeros días de la presencia castellana en América; se produjeron situaciones similares. Gonzalo Pizarro, Balboa, Cortés e inclusive Roldán, en ‘su enfrentamiento con los hermanos Colón, fueron protagonistas de aventuras equivalentes a las da los pobladores de la Cuenca del Plata. No debe perderse de vista, sin embargo, señalado por Báez, o sea que en el Paraguay se produjeron hechos de similar naturaleza en las centurias posteriores.Aceptando, o no la existencia de una vinculación causal directa, debemos señalar que en los objetivos esenciales hay gran similitud entre los alzamientos de los comuneros paraguayos de, los siglos XVII y XVIII y la causa de sus abuelos conquistadores, especialmente en los movimientos contra Cabeza de Vaca y contra Cáceres. Libertad y buen gobierno son los-fines últimos en todos estos casos.
No constituyó el siglo XVI una época tranquila: además de los hechos recordados, debe hacerse mención de la sostenida pugna de iralistas y alvaristas, con los trágicos episodios que sucesivamente tuvieron por centro las figuras de Francisco de Mendoza, Diego Abreu y Nufrio de Chávez, y la creciente inquietud de los conquistadores por la tardanza de Irala en repartir tierras y encomiendas de indios, a punto tal que dos de los más impacientes, Urrutia y; Camargo, fueron ejecutados por orden de aquel gobernador.
También sonde esa época las turbulencias del Guiara, con el enfrentamiento de Alonso Riquelme de Guzmán y Ruy Díaz Melgarejo, las alteraciones del corto gobierno de Ortiz de Zárate y muy especialmente la sublevación de los, mestizos de-Santa. Te, todavía no bien estudiada, primera, manifestación de la inquietud cívica y del temple, de los “mancebos de la tierra”
Otro antecedente, más remoto, mencionada con frecuencia en la historiografía paraguaya del último tercio del siglo puede hallarse en el alzamiento de las comunidades castellanas en 1520. Los comuneros de Castilla, con su defensa de tos fueros locales, sute un absolutismo, en crecimiento, y con su afirmación de lo nacional, frente a la corte cosmopolita de Carlos V, presentan notable similitud con la idiosincrasia de los paraguayos en su lucha secular. Díaz Pérez supone que muchos antiguos comuneros se habrán enrolado en la armada de Mendoza manteniendo viva la fe en sus ideales, y es de notar que Alvar Núñez Cabeza de Vaca había ganado el favor real, por su celo en la represión del referido movimiento popular en Andalucía. Pese a ello, aun reconociendo analogías, no puede admitirse sin otros argumentos una vinculación directa e indiscutible.
Dos testimonios, que hacen relación al pronunciamiento paraguayo de 1544, resultan altamente sugestivos; Luís de Miranda de Villafaña, en los primeros versos de su antes mencionado Romance, entronca la acción de los conquistadores en este acontecimiento con la lucha de los comuneros castellanos y precisamente “Comuneros” fue el nombre que los vencedores dieron a la embarcación, la primera construida en América que cruzó el Océano, destinada a conducir cautivo al. Adelantado.
“Año de mil y quinientos
que de veinte se decía,
cunado fue la gran porfía
en Castilla,
sin quedar ciudad ni villa,
que a todos inficionó,
por los malos, digo yo,
comuneros,
que los buenos caballeros
quedaron tan señalados,
afinados y acendrados
como el oro.
Semejante al mal que lloro
cual fue la comunidad,
tuvimos otra en verdad
subsecuente:
en las partes del poniente
en el Río de la Plata”.
que de veinte se decía,
cunado fue la gran porfía
en Castilla,
sin quedar ciudad ni villa,
que a todos inficionó,
por los malos, digo yo,
comuneros,
que los buenos caballeros
quedaron tan señalados,
afinados y acendrados
como el oro.
Semejante al mal que lloro
cual fue la comunidad,
tuvimos otra en verdad
subsecuente:
en las partes del poniente
en el Río de la Plata”.
Puede atribuirse la relación establecida por el poeta a su deseo de indisponer a los iralistas con la corte: todo cuanto significara afinidad con los comuneros castellanos resultaba censurable entonces a; los ojos del Rey-Emperador y de sus consejeros. Más, siempre subsiste con todo su poder sugestivo el hecho de que, se haya bautizado con el desafiante nombre de “Comunero” a la primera nave que desde estas tierras ve enviaba a la Metrópoli.
BIBLIOGRAFIA.
BIBLIOGRAFIA.
- Pedro Lezcano, “Historia de las Revoluciones de la Provincia del Paraguay”.
- José Manuel Estrada “Ensayo sobre los comuneros del Paraguay”.
- Rafael Eladio Velázque “Breve Historia de la Cultura del Paraguay”
Gracias
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